El gobierno brasileño se dispone a invertir 20.100 millones de euros en el desarrollo de nuevas terminales de carga en los puertos del país a lo largo de los próximos cuatro años. El ejecutivo que preside Dilma Roussef ha reconocido el impacto negativo que tiene en la economía del país las pobres infraestructuras portuarias y logísticas.
Pero además de su inversión directa, el gobierno pretende atraer la inversión privada, y para ello se plantea poner en concurso las licencias de operación de tres de los mayores puertos del país, Ilheus, Manaus e Imbituba, con el fin de atraer a las tres grandes operadoras portuarias globales (Hutchison, APM Terminals y DP World).
Asimismo, el modelo de operación y licencia de los puertos brasileños será reestructurado con un nuevo énfasis en el volumen. Se trata de una iniciativa esperada, ya que el gobierno carioca anunció medidas similares a principios de año.
Sin embargo, el enfoque y tamaño del proyecto ha crecido con el parón prácticamente total que ha experimentado la economía brasileña. El programa de desarrollo logístico y portuario anunciado parece centrarse en los graneles agrícolas, lo que tampoco es sorprendente teniendo en cuenta que los productos alimentarios y otras materias primas dominan el comercio exterior.