Las diferentes Administraciones vienen amagando desde hace años con un inminente traslado de la estación que nunca llega.
La decisión del Adif de no admitir contenedores para diversos destinos han consolidado a la terminal madrileña de Abroñigal como “punto negro” del sistema ferroviario de carga en España. A pesar de que el problema es histórico, las Administraciones sólo amagan con un traslado de la terminal a un sitio más idóneo, que nunca llega.
La termina intermodal de Abroñigal en Madrid, la más importante de España, continúa acumulando en las últimas semanas cierres puntuales en la admisión de contenedores para diversos destinos. La estación del Adif, por donde transitan gran parte de los trenes de la red nacional, viene registrando distintos cierres en la recepción de contenedores en las conexiones con Zaragoza, Irún, Vigo, Sevilla La Negrilla, Sevilla Puerto y Bilbao Puerto. Como ya adelantamos en la pasada edición de TRANSPORTE XXI, fuentes del Adif vinculan estos cierres con el exceso de contenedores almacenados en stock en la terminal madrileña para los citados destinos y aseguran que es una solución transitoria hasta solucionar la saturación existente.
Según diversos clientes de Renfe consultados por este periódico, la situación se ha agravado especialmente en los últimos meses tras la decisión del operador público de volver a llenar la terminal de Abroñigal de trasbordos, algo que “se había eliminado hace aproximadamente un año y que se volvió a retomar sorprendentemente como consecuencia del último plan de transporte de Renfe, puesto en marcha en julio de este año”. Es decir, Abroñigal ha vuelto a asumir operaciones adicionales de carga, descarga y estocaje que se habían dejado de hacer, precisamente, para aligerar la operativa de la terminal ferroviaria. De todos modos, las citadas fuentes se quejan de que antes sí se tomaban medidas contra la congestión, mientras que “ahora Renfe Mercancías han eliminado los trenes especiales que solucionaban los picos de recepción de contenedores”.
En todo caso, la terminal de Abroñigal registra un movimiento de contenedores inferior al de otros ejercicios precedentes y Renfe ha reducido el número de trenes que operan en la estación, con lo que “la terminal debería estar menos colapsada, pero esto en la práctica no es así, ya que de hecho se satura la terminal con menos mercancías”, admiten las mencionadas fuentes. “La situación en Abroñigal no es más que un síntoma de un problema mucho más complejo, que es el de la situación actual del transporte de mercancías por ferrocarril en nuestro país”, denuncian las referidas fuentes, que se lamentan de que las terminales no se están gestionando de una forma eficiente.
De tal forma que “es hasta cierto punto lógico que la terminal de Abroñigal no funcione con este modelo y es que perpetuar el sistema actual puede tener consecuencias inimaginables a corto plazo”, concretan. Problema estructural En el caso de Abroñigal, además, se une que la problemática es estructural. Esta terminal ferroviaria se encuentra situada en pleno corazón del casco urbano de Madrid, con las ineficiencias e incomodidades que esto provoca tanto a operadores, transportistas y clientes de Renfe en general; a lo que se une la imposibilidad de planificar cualquier tipo de ampliación de sus instalaciones. Este hecho ha provocado tímidas reacciones por parte de las diferentes Administraciones implicadas, es decir, desde el consistorio local hasta el Ministerio de Fomento, pasando por el gobierno regional.
En un cuadro adjunto se detallan de forma más concreta las diferentes declaraciones de intenciones y el inicio de estudios por parte de las tres Administraciones para ofrecer alternativas viables a la terminal de Abroñigal. Pero el resultado en la práctica es que a día de hoy no se ha tomado todavía ninguna decisión política a este respecto y, lo que es peor, tampoco se espera ni a corto ni a medio plazo. “Ninguna Administración se está tomando en serio este problema, ya que aún no tenemos alternativas serias a la terminal madrileña ni siquiera a largo plazo”, denuncian los afectados, para los que la situación es tan dramática que en la práctica se comprueba que está descendiendo el movimiento de UTIs en Madrid-Abroñigal por encima del 10 por ciento anual, mientras que la demanda del mercado de transporte crece cada año por encima del seis por ciento.