Si una gota puede rebosar un vaso, esta “lluvia” puede que haga reventar la presa y en el peor momento
Desde el más experimentado conductor hasta el más novel, pasando por jefes de flota, almacén u operaciones, desde el mayor empresario al más valiente de los autónomos al volante de su vehículo, a estas alturas quien más, quien menos, además de exhausto se sentía reconfortado pensando que, a causa de esta emergencia sanitaria, social y económica, la opinión pública se había percatado del impagable servicio que el transporte presta todos y cada uno de los días del año a la sociedad. Este sector lo ha hecho porque sabe, puede y quiere hacerlo, es su naturaleza.
Creo que todas esas personas no esperaban nada especial, excepto dejar atrás tantas décadas de “invisibilidad” y agravios represados.
Sin embargo, asistimos perplejos a que, cuando apenas balbucean las señales de vuelta a la normalidad, ya se cuecen, de espaldas al sector y sin el menor aprecio por él, medidas que, lejos de favorecer su trabajo, tienden a socavarlo; ni un solo movimiento institucional para echarle una mano, más allá de alguna palmadita en la espalda.
Nos llueven los problemas. Gobiernos autonómicos barajando ya nuevos peajes para vehículos pesados, cargadores haciendo oídos sordos a los retornos en vacío o a las recomendaciones de Bruselas para evitar que los conductores intervengan en las labores de carga y descarga; órdenes ministeriales que eliminan subvenciones, con peregrinos argumentos, en los desvíos obligatorios junto con otras que aseguran que las estaciones de ITV puedan recurar su facturación perdida obligando a que camiones y autocares deban pasar, en muchos casos, dos veces por la inspección y por la caja de cobro… sin tan siquiera otorgar un mínimo trato preferente a estos vehículos, en claro contraste con lo que toda Europa hizo al crear los “green lanes” en los pasos fronterizos para asegurar que tanto esfuerzo y tanto empeño de parte del transporte por carretera no se viera diluido en largas colas de espera en los controles.
¿Dónde quedaron los reconocimientos verbales y escritos de la prensa, los clientes y los estamentos políticos, con el propio ministro Ábalos a la cabeza? Si una gota puede rebosar un vaso, esta “lluvia” puede que haga reventar la presa y en el peor momento.
Ramón Valdivia
rvaldivia@astic.net