10.000 empresas de transporte protestan por los precios del combustible durante cuatro días y paralizan la economía del país.
La huelga de la carretera en Italia ha durado cuatro días y ha provocado el bloqueo de las fronteras, el cierre de fábricas, y pérdidas por miles de millones de euros. Ni el Gobierno italiano ni la CE pudieron hacer nada para impedir los bloqueos. El descontento de la carretera italiana corre el riesgo de extenderse al resto de Europa
La huelga del transporte por carretera en Italia, convocada por siete organizaciones y secundada por prácticamente el 100 por ciento de las empresas del sector, ha finalizado tras cuatro días de inactividad, y después de provocar la paralización del país. FIAT se vio obligada a cerrar sus fábricas ante la falta de suministros, provocando pérdidas por miles de millones de euros. Los camiones italianos bloquearon las fronteras, sobre todo la línea con Francia. Los transportistas protestaron contra las condiciones actuales del sector, sobre todo en lo que afecta al precio del gasóleo, los tiempos de conducción, el régimen fiscal. Todas las vías principales hacia y desde Roma, Nápoles, Génova, Milán, Bolonia y otras grandes ciudades quedaron bloqueadas.
En la frontera de Ventimiglie, una cola de diez kilómetros de camiones causó un caos del lado francés. Asimismo, tanto los túneles de Fréjus como de Brenner no pudieron ser utilizados por transportistas ni automovilistas durante los cuatro días de huelga. A pesar de que el Gobierno italiano amenazó con imponer multas masivas a las empresas de transporte que participaron en los paros, e incluso con enviar al ejército a desbloquear las carreteras, los sindicatos sólo accedieron a levantar la huelga el 14 de diciembre. Ni siquiera la Comisión Europea, que desde las huelgas de transportistas en Francia y España en los años noventa está habilitada para actuar, pudo hacer mucho para impedir el desabastecimiento de supermercados, gasolineras y centros de distribución de bienes de primera necesidad.
De hecho, la situación amenaza con extenderse al resto de Europa. Tras la huelga del transporte ferroviario que paralizó Francia el mes pasado, vuelve a surgir el fantasma de los paros en Alemania y, de nuevo, en Francia en la carretera. Los conductores galos de vehículos pesados se ven obligados a quedarse al volante más años de lo normal, con el fin de contrarrestar la carestía de choferes. El 18,3 por ciento de los profesionales de la carretera de Francia tiene entre 45 y 50 años, pero cerca del 17 por ciento tiene más de 51 años. Ni la situación fiscal, ni los tiempos de conducción, ni las condiciones de ejercicio de la profesión, contribuyen a la paz social en Francia.