Juan Díaz Cano
Transcurridos once años de aquella tragedia, la reciente sentencia del caso “Prestige” viene a ratificar la escasa credibilidad que pueda ofrecer la Justicia española. Once años para determinar que el hundimiento del buque solo puede ser atribuible a un acto de Dios, son muchos años. Demasiado tiempo para dictaminar lo que simplemente dictamina el sentido común