La crisis del Mar Rojo pone en jaque el flujo habitual en una de las arterias del comercio global
Sabemos por experiencia que pandemias, desastres naturales y guerras provocan en las cadenas de suministro globales riesgos cuya resolución no está en manos de los exportadores, importadores o de los operadores logísticos quienes solo pueden poner en marcha planes alternativos para mitigar los efectos. Es frustrante, pero tras 50 días desde el inicio de la crisis del Mar Rojo seguimos sin saber cuándo se le pondrá fin y quién tiene la autoridad o la responsabilidad de hacerlo. El ataque a buques ha provocado la interrupción del tránsito a través del canal de Suez y el desvío rodeando África, regresando a la ruta portuguesa que Vasco da Gama navegó por primera vez hacia la India a finales del siglo XV. Supone poner en jaque el flujo habitual en una de las arterias del comercio mundial.
¿Cómo atajar los ataques de una milicia que controla una parte de su país, pero que no es un gobierno reconocido? Desde el mundo marítimo las medidas de seguridad de la IMO se quedan cortas, porque tratan fundamentalmente sobre autoprotección contra la piratería, y ataques con misiles parece que solo se pueden repeler con capacidades militares. ¿Pero, quiénes deben ser los responsables de proteger esta ruta? ¿Los estados de los países ribereños, los de bandera de los buques atacados o los países de los propietarios de las mercancías? ¿Por qué países tan afectados como España, y en general la UE, no están participando en las acciones militares? La resolución de las crisis geopolíticas tiene obviamente implicaciones políticas, pero también logísticas y económicas, que al final siempre pagan los mismos.
Jesús Cuéllar
jesus@cuellar.eu