Revolera  | 

Culpable sin juicio

Demonizar al transporte por carretera, acusándolo de no cubrir sus costes externos, es una visión simplista y desinformada, por no decir intencionadamente sesgada

Es conocido que los datos arrojan un triunfo indiscutible de la carretera entre los diferentes sistemas de transporte de mercancías y de personas. Una realidad que debería dar lugar a un fuerte impulso de la comodalidad para que este modo pueda interactuar con el marítimo, el ferroviario o el aéreo.

En prácticamente todos los escenarios posibles de las cadenas logísticas, el denominador común es la carretera. Sin embargo, es bastante habitual en muchos foros recurrir a su demonización. Aunque es vieja práctica, desde hace unos años, esta inclinación por “villanizar” al transporte por carretera, ha cogido carrerilla con el argumento de que no cubre la cuantía de los costes externos que produce; alegando que no los “internaliza”. Los que se apuntan a este mantra deducen de esta manera que la sociedad está, en lugar de favorecida por la carretera, favoreciéndola con esa “subvención encubierta”.

Merece la pena realizar una reevaluación justa, basada en datos. Eso es lo que, desde hace años, viene haciendo, bajo el auspicio de la Fundación Corell, la Cátedra Transyt, dirigida por José Manuel Vassallo quien, junto a las investigadoras Laura Garrido y Lucía Tapiador, acaba de publicar un nuevo estudio en el que se demuestra que la carretera, no sólo es crucial para la economía española, sino que también soporta una carga fiscal significativa. El transporte por carretera está sometido a una abultada lista de gravámenes específicos como el Impuesto Especial sobre Hidrocarburos (IEH), el Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica (IVTM) o el Impuesto Especial sobre Determinados Medios de Transporte (IEDMT). Estos impuestos se suman a otras tasas que también le afectan, como los peajes, las ITV o las revisiones del tacógrafo, alcanzando una sustancial recaudación total. Dos datos ilustradores: sólo el IEH generó casi 11.000 millones de euros en 2021, mientras que los peajes superaron los 1.250 millones.

Por otro lado, al analizar las subvenciones a los diferentes modos de transporte, constatamos que la carretera recibió, de acuerdo con el estudio dirigido por el profesor Vassallo, 1.834,60 millones de euros en 2021, cifra notable, pero que palidece en comparación con los 2.681 millones destinados al ferrocarril.

En cuanto a los costes externos, el estudio revela que, si bien el transporte por carretera genera emisiones de CO2 y otros impactos medioambientales, es, al mismo tiempo, el modo que más paga debido a su alta fiscalidad específica. Todo esto desmonta el principal argumento sobre el que se sostienen las críticas contra este sector, al demostrar que sí internaliza los costes externos que produce.

Creo que demonizar al transporte en general, y al de carretera en particular, acusándolo de no cubrir sus costes externos, es una visión simplista y desinformada, por no decir intencionadamente sesgada. Los datos presentados por la Fundación Corell respaldan un análisis objetivo y aséptico de su papel en el sistema de transporte español: este sector no sólo sostiene una carga tributaria considerable, sino que también desempeña un papel fundamental en el desarrollo de la infraestructura y la economía nacional.

Ramón Valdivia

rvaldivia@astic.net