Un aumento desorbitado de los costes, tendrá un fuerte impacto en la inflación y en el desarrollo de la economía
La industria marítima y portuaria, desde la pandemia mundial, vive de sobresalto en sobresalto: el bloqueo del canal de Suez por el encallamiento del buque ‘Ever Given’, la guerra en Ucrania, el impacto de la sequía en el canal de Panamá, el conflicto entre Israel y Gaza, la crisis del mar Rojo, el ETS, el desplome del puente de Baltimore… Y como reza el saber popular, “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
Este escenario, inimaginable hace tan solo unos años, plantea nuevos retos que deben ser abordados sin demora: “la ética y la transparencia en la gestión del transporte marítimo”, como destacó el secretario general de Transprime, Jordi Espín, en una reciente columna publicada en Transporte XXI. Y Bruselas debería tomar buena nota, sobre todo cuando varios estudios aseguran que las navieras están aprovechando estas aguas revueltas para hacer caja.
En el caso de la crisis de mar Rojo, que está obligando a las navieras a desviarse por el cabo de Buena Esperanza, es evidente que la ruta es más larga e implica más costes. Sin embargo, un informe realizado por la Rotterdam School of Management, por encargo del Consejo Europeo de Cargadores, revela que el aumento de los costes, a causa de los desvíos, debería situarse en torno a los 200 euros por TEU. Muy lejos de los 1.000 euros por TEU aplicados.
En el caso de la entrada en vigor del régimen de comercio de emisiones al transporte marítimo de la UE (ETS, por sus siglas en inglés) más de lo mismo. Según la organización europea de transporte y medio ambiente Transport & Enviroment, las navieras MSC, Maersk, CMA CGM y Hapag-Lloyd cobraron más a sus clientes que los costes reales por la aplicación de la normativa medioambiental europea en casi el 90 por ciento de los trayectos marítimos analizados con origen o destino en un puerto europeo.
La cuestión no es baladí. Es cierto que las navieras son las que se juegan los cuartos para que exista el comercio mundial, buques y terminales y asegurar, además, corredores verdes. Pero un aumento desorbitado de los costes, como se apunta, tendrá un fuerte impacto en la inflación y en el desarrollo de la economía. Hay mucho en juego como para que la Comisión Europea mire hacia otro lado.