Alberto Garrido. Abogado
Obviamente, como, hoy por hoy, el teletransporte solo existe en las películas de ciencia ficción, los distintos sectores industriales podrán fijarse en una realidad que ya existe, me refiero a la impresión en 3D, que, aunque por sus limitaciones es residual actualmente, podría dejar de serlo
La pandemia de la COVID-19 puede estar siendo, de forma inesperada, un campo de pruebas de nuevas o incipientes realidades que se pueden imponer, antes de lo previsto, en el mundo de la empresa si resultan ser “eficientes” en el sentido económico del término; esto es, si pueden conseguir los mismos o mayores objetivos utilizando menos recursos.
Así, por ejemplo, puede estar ocurriendo con el teletrabajo. Según datos del INE en 2019 solo el 4,8 por ciento de los empleados trabajó más de la mitad de los días laborables en su casa y un 3,5 por ciento lo hizo ocasionalmente. Con el estado de alarma decretado por el Gobierno habrá que ver cuáles serán estos porcentajes durante el periodo de confinamiento y qué resultados y lecciones sacarán las empresas de esta forma de trabajar. Aunque las condiciones en que se está desarrollando el teletrabajo no son las mejores (por ejemplo, medios telemáticos del trabajador) y, en muchos casos, han tenido que improvisarse, sí que se podrán obtener algunas conclusiones. Una de estas será, sin duda, que habrá que prever y organizar el teletrabajo, al menos, para situaciones como las que estamos viviendo (crisis sanitaria) y para otras similares, como catástrofes naturales.
De igual forma, en los distintos sectores de actividad, las empresas -en particular las que hayan estado activas- sacarán sus propias conclusiones respecto de sus experiencias en el ámbito del transporte de mercancías pues, en general, las empresas de transporte sí que están pudiendo ejercer su actividad, aunque ciertamente, no en las mejores condiciones.
Así, las distintas industrias, al igual que en el teletrabajo, podrán evaluar qué impacto habrán tenido en su actividad las carencias en el transporte de mercancías y las medidas que tendrán que adoptar para ser más eficientes, muy en particular, para organizar su producción industrial o comercial en situaciones de crisis, como la que estamos viviendo o en otras semejantes.
Por tanto, la crisis sanitaria de la COVID-19 que padecemos debería verse, por un lado, como una oportunidad y, por otro, como un reto. Es una oportunidad para los distintos sectores industriales que necesitan de un transporte intensivo en el suministro de repuestos, componentes, materias primas y, en general, de toda clase de insumos. Al mismo tiempo, es un reto para las empresas de transporte si la conclusión a la que llegan sus clientes es que la eficiencia impone la implantación de nuevos sistemas que eliminen o, al menos, reduzcan el coste que para la producción y distribución de bienes manufacturados impone la distancia física entre suministrador y fabricante, así como entre este y el consumidor final.
Obviamente, como, hoy por hoy, el teletransporte solo existe en las películas de ciencia ficción, los distintos sectores industriales podrán fijarse en una realidad que ya existe, me refiero a la impresión en 3D, que, aunque por sus limitaciones -elevados costes, necesidad de lograr mejoras e imposibilidad de crear materia viva o estructuras complejas- es residual actualmente, podría dejar de serlo en un futuro más o menos próximo.
La tecnología de impresión 3D, una vez se perfeccione, ofrecerá enormes posibilidades, dado que, entre otros procedimientos, convierte bienes intangibles (en formato bit) en bienes físicos que se fabrican “en destino”, logrando así eficiencias al concentrar todos o muchos de los eslabones de la cadena de producción, lo que conlleva un ahorro, entre otros, de los costes de transporte, por lo que, en definitiva, se hace más eficiente al simplificar, reducir costes y hacer más segura la cadena de suministro.
Sin embargo, esto no implicará necesariamente que el transporte de bienes vaya a desaparecer, sino que, por las propias limitaciones apuntadas de la impresión 3D, probablemente lo que ocurra es que la clase de bienes a transportar varíe. Aquí es donde estará el reto del sector del transporte: adaptarse a esta nueva realidad. Y cuanto más dure la presente crisis sanitaria, más posibilidades habrá de que se vayan imponiendo los cambios.