Las declaraciones de José Luis Cachafeiro, secretario general de Transportes, en la entrevista concedida a este periódico, están llenas de sensatez. Es imposible no estar de acuerdo con sus palabras, porque son una evidencia palmaria de cuál ha sido la política de Fomento en los últimos años, más allá del color político del Ejecutivo.
Cachafeiro dice cosas tan interesantes como que “nuestra prioridad, por cultura, siempre ha sido la infraestructura y no hemos prestado atención a la gestión del sistema de transporte, lo que para mí es un error”. Efectivamente, fruto de esa estrategia equivocada nos encontramos que, con la crisis, han aflorado kilómetros y kilómetros de muelles en los puertos españoles que hoy están ociosos, amén de que muchas de estas instalaciones no disponen de conexiones terrestres.
Lo mismo pasa con varias de las plataformas construidas dentro de los planes logísticos liderados por diferentes Comunidades Autónomas, que están vacías. Por no hablar del despilfarro en la construcción de aeropuertos varios (la lista es extensa), que son verdaderos fantasmas de cemento sin negocio, de imposible justificación, más cuando su edificación corría paralela al desarrollo de las líneas del tren de alta velocidad.
No es de extrañar que, ante este desolador escenario y sin apenas recursos públicos, Cachafeiro asegure que “esa historia de hacer puertos exteriores sin tener solucionados los accesos terrestres se ha acabado”, y que lo que toca es gestionar, solucionar problemas en el sistema de transporte que exigen muy poca inversión, pero que son de vital importancia para la economía y las empresas españolas, como la reducción de los costes logísticos, alcanzar un mayor equilibrio modal y asegurarnos en Bruselas que nuestra redes viaria y ferroviaria tienen continuidad en Francia, que siempre está poniendo la proa. Aunque muy tarde, son las verdades del barquero y la estrategia acertada. Sólo hay un pero, saber si llegaremos a tiempo.