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El Corredor del Mediterráneo viario queda en el aire en el Pacto de Infraestructuras catalán

El plan no concreta si un tramo vital del mismo, la B-40, será una vía de alta capacidad que forme parte de la autovía alternativa a la AP-7 o una ronda para el tráfico interno.

El Pacto de Infraestructuras de la Generalitat de Cataluña no concreta el trazado del cuarto cinturón o autovía orbital B-40, es decir, si esta vía dará continuidad al Corredor del Mediterráneo viario de Valencia a la frontera francesa sorteando la congestionada corona metropolitana de Barcelona o será un cuello de botella

El Pacto Nacional de Infraestructuras aprobado por el Gobierno de la Generalitat deja sin concretar cómo será el trazado del polémico cuarto cinturón o autovía orbital B-40. Y esta indefinición significa que queda en el aire si la vía será de alta capacidad (tráfico de largo recorrido) para dar continuidad a la futura autovía del Mediterráneo, de la que ya hay varios tramos hechos, al enlazar con la A-7 (N-340 desdoblada) y la A-2 (N-II desdoblada) y evitando el paso por la congestionada corona metropolitana de Barcelona o, por el contrario, será una ronda para tráfico local.

En este último caso, la B-40 se convertiría en un cuello de botella del Corredor del Mediterráneo viario, alternativo a la autopista de peaje AP-7, entre la Comunidad Valenciana y la frontera francesa, según las patronales Foment del Treball y Cecot. Corredor en el que vive el 27 por ciento de la población española, supone el 28 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) y por donde ahora circula el 38 por ciento de las exportaciones españolas. La indefinición de la B-40 en el Pacto de Infraestructuras catalán responde a la falta de acuerdo en el seno del equipo de gobierno del tripartito: mientras que el PSC ha defendido tradicionalmente una vía que sea continuación del Corredor del Mediterráneo, sus otros dos socios, ERC e ICV, se han puesto al frente de las manifestaciones ciudadanas contrarias al cuarto cinturón.

Los desacuerdos en el tripartito catalán están dilatando el proyecto, una obra que depende del Ministerio de Fomento, partidario también de una vía de alta capacidad, pero que necesita del visto bueno de las autoridades autonómicas para su ejecución. No obstante, el Ejecutivo catalán no es el único culpable de la demora de esta infraestructura. Y es que la B-40 acumula más de 20 años de retrasos desde que se proyectó. La idea inicial del Ministerio de Fomento (Plan Director de Infraestructuras 1993-2007) era una autovía de gran capacidad para un tráfico estimado de 40.000 vehículos al día, el 13 por ciento de ellos camiones.

Desde entonces, ha habido un considerable vaivén de propuestas con diferentes trazados. La Cámara de Comercio de Barcelona, que reiteradamente ha defendido la construcción de la B-40 como parte del Corredor del Mediterráneo, ha puesto cifras al retraso que acumula la vía: 1.000 millones de euros es lo que se ha dejado de ganar por las demoras. “Si en el año 1996 se hubiera construido, tal y como se comprometió el Ministerio de Fomento en su día, el flujo de costes y beneficios generados anualmente por esta infraestructura hubiese dado un balance positivo hasta la actualidad de 1.000 millones de euros acumulados”, señala un comunicado del organismo cameral. Más de 20 años después de los primeros esbozos, solo está en obras un tramo intermedio de la B- 40, el comprendido entre Abrera y Terrassa, con dos carriles de circulación para cada sentido y con terreno para ampliar a tres.

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