La DG Taxud se muestra reticente a reformar el código de aduanas.
La Comisión Europea hizo del transporte marítimo, desde los tiempos de la fallecida comisaria de Transportes Loyola de Palacio, la punta de lanza de su política de transportes. La creación de un espacio marítimo europeo sin barreras siempre se ha enfrentado al gran reto de las trabas aduaneras. Las ayudas concedidas a las llamadas “autopistas del mar” han supuesto una enorme rampa de lanzamiento para el cabotaje marítimo (short sea shipping), pero navieras, cargadores y operadores logísticos coinciden que, sin una reforma completa del código de aduanas, el short sea seguirá siendo un eslabón lento frente a las carreteras, ya que sigue sometido a una multitud de controles administrativos.
Mientras que la carretera se ha beneficiado plenamente de la desaparición de las fronteras intraeuropeas (hoy un camión puede circular de una punta a otra de la UE amparado por un único documento de transporte), el transporte marítimo de corta distancia aún sufre retrasos innecesarios al llegar a los puertos.
Si bien Bruselas se comprometió a trabajar en este sentido, y de hecho ya se aplican procedimientos aduaneros simplificados para el short sea bajo ciertas condiciones, lo cierto es que, según el diario británico Lloyd’s List, la Dirección General Taxud, órgano europeo encargado de la regulación aduanera, se opone a una nueva reforma del código, ahora que el proceso de adaptación del reglamento, resultado de largas y difíciles negociaciones y dirigido también a facilitar el comercio, se encuentra en su recta final.
El principal escollo es el estatus de frontera exterior que tienen los puertos de mar. Asimismo, la DG Taxud insiste en la necesidad de mantener un seguimiento fiable y sin fugas de los tráficos short sea. Al menos, los armadores, operadores logísticos, usuarios y políticos están de acuerdo en que, para que el marítimo compita en igualdad de condiciones con la carretera, aún deben levantarse barreras aduaneras.