El Consejo del Transporte y la Logística de la CEOE, que preside Rafael Barbadillo, ha conseguido atajar en seco el ataque de la Seopan de David Taguas, que, por la puerta de atrás, ha intentado marcar a Rajoy el camino para salir de la crisis, que no es otro que aumentar de manera brutal la carga impositiva que ya soportan las empresas de transporte por carretera, para así generar nuevos ingresos y animar la maltrecha contratación de obra pública. Al margen de las maneras utilizadas por el presidente de Seopan para colocar en sociedad sus medidas contra la crisis, que no tienen un pase, ya que el documento no fue presentado ni consensuado con sus colegas de las patronales sectoriales afectadas dentro de la CEOE, lo más reprochable de la ofensiva de Taguas es la calidad misma del contenido de su recetario, pues demuestra una ignorancia supina del negocio del transporte.
Porque Taguas demanda la aplicación ya de la Euroviñeta, incrementar en medio céntimo de euro el precio de los carburantes, la tarificación de algunos tramos libres de peaje en autopistas y de las principales vías de transporte por carretera, e invertir en ferrocarril por una serie de bondades que este modo aún no ha demostrado, todo ello sin ningún argumento, dando por hecho que la carga impositiva del transporte es todavía mínima y que este sector se puede, no ya exprimir, sino estrujar de manera violenta hasta dejarle sin aliento. Sin embargo, son muchos los estudios que el economista Taguas no ha querido leer y que demuestran lo contrario, porque la carretera soporta una fiscalidad de 20.000 millones anuales (la mitad de la factura en impuestos del combustible, por ejemplo, los 2.500 millones que ha pagado en el arbitrario y discutido ‘céntimo sanitario), guarismos que no tienen nada que ver con los otros modos y menos aún con el ferrocarril; y aporta al PIB el 4,68 por ciento frente a un gasto del 0,6 por ciento. ¿Qué es lo que no entiende Taguas de estas cifras?
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