La crisis está sacando a flote las miserias (ya intuidas, aunque solapadas en el período de bonanza) de las principales instituciones y agentes económicos y sociales, un hecho al que no son ajenos los sindicatos. Sirva como ejemplo sangrante el ensañamiento de CCOO con la paquetera concursada Transportes Ochoa. La central de Ignacio Fernández Toxo, con sus obsesivos y continuos ataques a Ochoa, no sólo está poniendo en grave riesgo la viabilidad de la empresa, sino que está yendo contra el fin que se encuentra en la génesis de cualquier sindicato, como es la defensa del empleo. En el caso de la profunda animadversión que rezuma en CCOO contra Ochoa y, por añadidura, contra los trabajadores de la compañía que asegura representar y defender, sólo cabe interpretar que tal irresponsable y estulta actitud responde a intereses espurios de los que algún día tendrá que dar buena cuenta. Y es que llueve sobre mojado. A principios de año, CCOO y UGT boicotearon el acuerdo que Ochoa había alcanzado con los bancos para refinanciar su deuda, que estaba condicionado a que el ERE de extinción de la paquetera fuese aceptado por los sindicatos para que el Fogasa pagase las indemnizaciones. Los dos sindicatos negaron la mayor y Ochoa se vio obligada a declararse insolvente. La compañía ha ejecutado ya el ERE que afecta a 200 trabajadores de un total de 736. Sin embargo, CCOO ha recurrido el ERE por vía judicial tras desestimarse su recurso de alzada, lo que paraliza el pago de las indemnizaciones y las demandas individuales, amén de que, en el hipotético e improbable caso de que el tribunal dé la razón al sindicato, supondrá el cierre de la empresa y dejar a 500 familias en la calle. Con esta aberrante actuación de CCOO es más fácil comprender el porqué del eslogan de la huelga general del próximo 14 de noviembre, que reza lo siguiente: “Nos dejan sin futuro. Hay culpables. Hay soluciones”. ¡Y encima irán al frente de la pancarta!
Editorial |