Editorial  | 

El ETS distorsiona el mercado

La nueva Comisión Europea debería pedir un ‘tiempo muerto’ hasta lograr que la OMI se suba a la ola del ETS.

El régimen de comercio de derechos de emisión de la Unión Europea (EU ETS), cuya aplicación arrancó el pasado 1 de enero, está a las puertas de cumplir su primer aniversario. El mecanismo ha implicado la obligación de pagar un impuesto por las emisiones de CO2 de los buques de más de 5.000 GT que hicieron escala en los enclaves comunitarios. Durante 2024, el ETS ha gravado el 40 por ciento de las emisiones, una cantidad que crece al 70 por ciento en 2025 y que será del 100 por ciento a partir del año 2026. Por el momento, desconociendo el balance económico de lo recaudado, la fotografía que ofrece su implantación es que se ha abierto una ventana de competencia entre las navieras y una distorsión de mercado entre puertos, más allá de los beneficios medioambientales de dicha medida.

Las estadísticas reflejan que los puertos comunitarios han perdido escalas de buques, mientras otros enclaves, como ocurre en Reino Unido y el norte de África, fuera del perímetro de la UE, lo que ha dejado a sus muelles como un oasis del ETS, están viendo un fuerte impulso a sus operaciones.

La fuga de carbono en Europa es real, porque mientras las navieras incentivan sus operaciones fuera del ámbito europeo, los tráficos en los puertos del sur no evolucionan como deberían haberlo hecho con la crisis del mar Rojo. Y la contaminación sigue ahí. No es de recibo que la Organización Marítima Mundial (OMI) siga sin tomar cartas en el asunto para que se globalice la aplicación global del ETS en el sector marítimo. Su intervención aportaría claridad y permitiría adecuar el ritmo de inversiones en las empresas navieras y en los puertos, cuyas infraestructuras están lejos de reconvertirse para un futuro con cero emisiones.

De momento, pintan bastos. La inacción de la OMI y la decisión de la UE deja una puerta abierta a la distorsión de la competencia, al tener las navieras la opción de diseñar sus redes interoceánicas buscando la evasión de los impuestos acordados.

La nueva Comisión Europea debería pedir un ‘tiempo muerto’ hasta lograr que la OMI se suba a la ola del ETS para que la medida logre los objetivos que se persiguen. Europa no puede seguir viviendo en una burbuja.