El 19 de diciembre de 2008 pasará a la historia del puerto de Bahía de Algeciras y del sistema portuario español como un día grande, un día de éxito para todos. Una fecha en la que se refrendaba la tesis de que empresas estibadoras y trabajadores pueden negociar a solas un convenio colectivo en la estiba, sin que Fomento sea ni juez, ni parte, aunque en el caso que nos ocupa la labor de mediación del puerto andaluz ha sido clave para el consenso.
La aplicación del IV Acuerdo Marco de Estiba en Bahía de Algeciras es todo un hecho para la desesperación de Puertos del Estado, que está viendo como paso a paso se tambalea su vieja doctrina de 1986. Primero fue un convenio estatal negociado a solas entre Anesco y los sindicatos, luego la privatización de las sociedades estatales en APIEs y ahora la modernidad se plasma en un convenio local.
Un convenio que hipoteca paz social para diez años y compromete a la primera naviera del mundo, la danesa Maersk, a manipular un movimiento anual de tres millones de TEUs en la dársena que preside Manuel Morón. El puerto andaluz logra fidelizar en el propio convenio colectivo su plan de negocio, asegura la actividad de los 1.230 trabajadores fijos de la sociedad de estiba, MarApie, ante la fuerte competencia de Tánger-Med y abre la dársena a la llegada de Hanjin.
¿Dirá Fomento que este convenio colectivo local es ilegal? ¿Hasta dónde se puede aguantar ya toda una historia de guerra abierta con el sector basada en la letra y no en la realidad de los puertos?
El ejercicio 2008 finalizó comprobando como se lanzaba al sector un documento viejo, el anteproyecto de modificación de la Ley de Puertos, y como se aprobaba un texto moderno, de futuro, el convenio de Algeciras, que no tiene precedentes en Europa y que supone ya un ejemplo para otros puertos. Una realidad muy alejada del viejo modelo de estiba que quiere Fomento, que parece no darse cuenta de que con su tesis dispara el coste de la estiba y no soluciona nada.