El transporte de mercancías es la actividad más desantendida. La carga no da votos y el Gobierno sólo mira hacia ese lado cuando los problemas crecen y empiezan los nervios. Un olvido que pasa factura a la economía de este país, ya que se está retrasando la posibilidad de ser más competitivos. El transporte por carretera, que funciona a ritmo de movilizaciones, sabe bien qué es sentirse ignorado.
Tras el paro sectorial del pasado mes de junio, el Ejecutivo de Zapatero -que aún no había sido capaz de desarrollar los acuerdos de octubre de 2005, arrancados en el marco de otro conflicto- se apresuró a cerrar con el Comité Nacional una nueva batería de medidas para paliar la crisis por la que atraviesa el sector. Pero ‘del dicho al hecho’, ya sabemos lo que hay… El Gobierno se ha relajado y, después de tres meses desde la firma de dichos acuerdos, continúa sin hacer los deberes, avivando el fantasma de un nuevo conflicto en la carretera.
Una pasividad que se refleja en el hecho de que únicamente ha aprobado nueve de las 54 medidas acordadas con los transportistas, mientras las organizaciones Fenadismer y Plataforma, convocantes junto a Confedetrans de las últimas movilizaciones en el transporte, han hecho llegar ya hasta La Moncloa el sonido de los tambores de guerra. Es cierto que la presente legislatura empezó con buenas sensaciones.
La ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, que repetía en el cargo, se presentó de inmediato ante los transportistas arropada por altos cargos de Economía, Trabajo e Interior para dejar claro el carácter prioritario del transporte por carretera para el Ejecutivo. Sin embargo, se constata la triste realidad de que todo fue una puesta en escena y que se sigue sin prestar atención a las mercancías.
Es la política del olvido. Al hacer balance de la pasada legislatura, las patronales reclamaban reformas urgentes tras casi cuatro años perdidos. Esperemos, por el bien del sector y de la propia economía, que no sean ocho.