Por más que lo intenta, a Olof Persson, presidente ejecutivo del grupo sueco Volvo, no le salen los números. En octubre del año pasado anunció un programa de 2.000 despidos de su plantilla de administrativos, mandos intermedios y consultores con el objetivo de reducir costes y elevar en tres puntos de porcentaje el margen de explotación para 2015. Pero los resultados del cuarto trimestre de 2013 no han sido nada alentadores, pese al aumento del 12 por ciento en la entrada de pedidos, fruto de la llegada de la normativa Euro 6, que ha llevado a muchos transportistas a adelantar sus compras para beneficiarse del menor precio de los Euro 5.
Así las cosas, Persson ha tenido que anunciar que su grupo, que comercializa camiones con las marcas Volvo, Mack, Renault, UD y Eicher, amén de maquinaria para la construcción, registró un descenso del 37 por ciento en los beneficios del cuarto trimestre. El resultado en dicho período ha hecho que los beneficios del ejercicio completo cayeran muy notablemente, quedando en sólo 423 millones, pese a que las ventas sólo bajaban un 9 por ciento.
Ciertamente, Volvo está cubriendo los inmensos gastos derivados de la profunda renovación de gama que ha llevado a cabo en los dos últimos años, como admitía Persson, al tiempo que avisaba de que esa carga todavía se hará notar en las cuentas financieras de los dos próximos trimestres. Además, Volvo ha tenido que afrontar en el último ejercicio trimestral de 2013 la amortización de 167 millones de los números rojos dejados por Volvo Rents, una filial norteamericana de alquiler y leasing de maquinaria de obras públicas que logró vender al fondo de capital riesgo Platinum Equity en enero último por 780 millones. Y no olvidemos que la fortaleza de la corona sueca le ha supuesto a Volvo un quebranto de casi 113 millones sólo en el cuarto trimestre de 2013.