Tras alcanzar casi 20.000 unidades en 2007, la demanda hasta septiembre no llega a 4.000, cifra que no logra cubrir ni los 500 vehículos que se dan de baja mensualmente.
La demanda española de remolques y semirremolques vive uno de los peores momentos de su historia, sin cubrir ni las 500 unidades que mensualmente se dan de baja, probablemente por desguaces o siniestros totales. Tras alcanzar casi 20.000 unidades en 2007, la demanda en los nueve primeros meses no llega a los 4.000 vehículos
Es como si el mercado español de remolques y semirremolques se encontrara en estado de hibernación o incluso criogenizado, al igual que esos personajes famosos que algunos aseguran que han sido guardados en cámaras frigoríficas a la espera de que alguien encuentre en el futuro un remedio para la enfermedad mortal que les aquejaba en vida y puedan ser recuperados entonces para que disfruten de los años que les quedaban por vivir y también, dicho sea de paso, para que los demás mortales nos beneficiemos de su genio en esos años de propina.
Julio Viartola, secretario general de Asociación Española de Fabricantes de Remolques, Semirremolques, Cisternas y Vehículos Análogos (Asfares), señala que aunque en los nueve primeros meses del año se han incrementado en un 14,3 por ciento las matriculaciones de remolques y semirremolques en el mercado español, las 3.919 unidades acumuladas son una cantidad “incomprensible” para una demanda que, hace sólo tres años, matriculaba 19.517 unidades. “Es como si se hubiera muerto el mercado”, asegura Viartola. En efecto, de las 19.517 unidades de más de 12 toneladas de 2007, se pasó a 15.224 unidades en 2008. Pero en la segunda mitad de este último año, la demanda se desmoronó, bajando un 45 por ciento.
En 2009, la hecatombe, sólo 4.932 vehículos, con un descenso del 67,6 por ciento. Pero en 2010, es fácil que ni siquiera se alcance tan baja cota, por más que Viartola se revuelva en su sillón mientras dice: “¡No es posible que no alcancemos los 5.000 ó 5.500 vehículos, cuando la demanda normal de nuestro mercado debería estar entre 14.000 y 15.000 unidades!”. Pero lo cierto es que durante los nueve primeros meses de 2010 se ha matriculado un promedio de 435 unidades, cifra aún ligeramente por debajo de las 500 unidades que se dan mensualmente de baja, con lo que el parque de estos vehículos, que es de unas 180.000 unidades, se ha visto mermado en sólo 588 unidades en lo que va de 2010.
Esto significa que los transportistas están aguantando sus vehículos y no retiran de la circulación más que los que ya no pueden rodar por viejos o por haber sufrido averías cuyo coste no justifica la reparación y también los que fueron considerados siniestro total por su aseguradora tras sufrir un accidente. Los demás se aguantan como sea, ya que el envejecimiento por edad es mucho más lento que por kilometraje y ahora no se hacen kilómetros.
De hecho, es muy significativo que, ante la brutal contracción de la demanda, algunas petroleras hayan dejado en suspenso las exigencias de antigüedad máxima que antes mantenían para los vehículos que contrataban. “Pero esa suspensión no se podrá mantener sine die. Por otra parte, algunos vehículos que se destinan a transporte de mercancías peligrosas tienen que pasar sus ITV y cumplir una serie de normas que no han quedado en suspenso”, subraya el secretario general de Asfares, que añade que en estos momentos vamos a un parque con una edad media superior a los 33 años.
“Por eso, yo creo que la demanda tendrá que revivir no más tarde de 2012 y además espero que lo haga con fuerza, al igual que en su momento caímos casi en picado. Llegará un instante en que la renovación de flota, al menos en los sectores más regulados, sea inevitable”, dice Viartola. En su opinión, a finales del próximo año podría llegarse a 8.000 ó 9.000 vehículos matriculados.
El secretario general de Asfares trata de ser todo lo positivo que las circunstancias permiten y detecta ya algunos indicios de recuperación que cristalizan en un 60 por ciento de aumento en los vehículos de lonas, un 10 por ciento en los frigoríficos y un 5 por ciento en las cisternas. “Lo peor de todo es que habitualmente las empresas no cierran hasta que no se sale de una crisis, con lo que cuando salgamos de la presente es de temer que nos esté esperando lo peor”, afirma Viartola.