El ministro Blanco está dispuesto a desmantelar el actual modelo aeroportuario, basado en una gestión en red de las 47 pistas nacionales, del que el propio Gobierno ha venido diciendo, hasta hace muy poco, que era competitivo en precios, autosuficiente y generador de capacidad para afrontar la demanda de transporte aéreo en los próximos 20 años. Este mismo argumentario es el que ahora está utilizando Blanco para vender las bondades de la nueva fórmula de gestión aeroportuaria, que pasa por colocar el 49 por ciento de Aena a los privados, sacar a concurso la gerencia de Barajas y Barcelona, y dar entrada a Comunidades Autónomas, Cámaras de Comercio, etc, en determinadas pistas regionales.
Es difícil discutir sobre el nuevo sistema porque poco más se sabe de él. Además, como dicen los clásicos, ‘gato negro, gato blanco, qué más da, lo que importan son los resultados’. Pero lo que sí es muy discutible, cuando menos sorprendente, es que algo que hasta ayer era “competitivo y autosuficiente”, un modelo a exportar al mundo que el Gobierno siempre ha ensalzado en los foros nacionales e internacionales, hoy, por no se sabe qué arte de birlibirloque, deje de serlo o sea todo lo contrario.
Y que encima, a ese corolario de argumentos de quita y pon, que lo mismo valen para un roto que un descosido, el ministro Blanco sume o apele a “la defensa del interés general” para implantar un nuevo modelo de gestión. Lo cierto es que si rascamos en las profundidades de ese argumentario artificial encontramos un paisaje ya aburrido por conocido, un Gobierno vendido a la improvisación de sus actuaciones e impelido por las urgencias de no haber sabido enfrentarse con tiempo a la crisis.
El Ejecutivo de Zapatero necesita hacer caja para reducir déficit y cree ver en la venta del 49 por ciento de Aena una perita en dulce para el gusto de los privados. ¿Será esta la verdad del nuevo modelo de gestión aeroportuario de Blanco? Veremos.