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El negocio del transporte en el puerto de Valencia se despide de un estirón del 70% entre 2002 y 2006

Flotistas y agencias facturan 300 millones de euros tras un quinquenio de números negros.

El negocio del transporte de contenedores por carretera en el puerto de Valencia consolidó un crecimiento del 70 por ciento en los últimos cinco años, alcanzando un negocio de 296 millones de euros en 2006. El escenario de números negros dista mucho del actual donde la crisis del importexport golpea al sector a diario tras cinco años de excelentes resultados

El negocio del transporte de contenedores por carretera en el puerto de Valencia consolidó un crecimiento del 70 por ciento en el periodo entre 2002 y 2006. Ha sido un quiquenio de notable progresión en la actividad, espacio de tiempo en el que la gran mayoría de las empresas ha dado un estirón en sus cuentas de resultados. El sector, formado por flotistas y agencias, ha pasado de una facturación de 156 millones de euros en 2002 a 296 millones en el 2006, último año con datos disponibles de las 93 compañías con razón social en la provincia de Valencia dedicadas a esta actividad (ver cuadro siguiente página) y objeto del estudio realizado por este periódico. La cifra obtenida en 2006 supone un incremento en la facturación del 7,14 por ciento respecto a los 276 millones de euros que registró el conjunto del sector en 2005.

De las 93 compañías analizadas, 50 obtuvieron beneficios y 17 resultados negativos, mientras que 61 firmas, dos tercios de la muestra, aumentaron su facturación durante 2006. La cifra global de beneficios de las 93 sociedades objeto del estudio ha pasado de 5,5 millones de euros en 2005 a 6 millones de euros, lo que viene a demostrar el mantenimiento en la evolución de los precios y una reducción en el volumen de actividad del transporte por carretera en el puerto de Valencia. En 2006 ya se empezó a notar un ligero descenso en la actividad empresarial, que se prolongó a lo largo de 2007, antesala de la brusca desaceleración en los volúmenes de acarreo de contenedores que está sufriendo el sector durante 2008, de la que darán buena cuenta las cuentas de resultados del año en curso.

En el informe elaborado por este periódico se han excluido los balances de las compañías que no tienen domicilio social en la provincia de Valencia. En la muestra analizada habría que añadir la actividad de operadores como Spain Rail o Cotransa, con domicilio social en Madrid y Barcelona, respectivamente, que cuentan con un importante nicho de actividad en el puerto de Valencia. Asimismo, habría que restar de la muestra un porcentaje de actividad de varias empresas, como Alonso, Transcomesa o Transports, que operan también en otros puertos como Barcelona. Durante 2006, las empresas valencianas con mayor volumen de facturación en el acarreo de contenedores fueron IFS, con 17,3 millones de euros, Transportes Alonso, con 14,8 millones de euros, Transportes Valero Marín, con 13,1 millones, Anymore Transport, con 10,7 millones de euros y Copitrans, con 10,1 millones de euros.

Entre las empresas que más aumentaron su facturación destacan los casos de Transportes Salom, Marcial Ruíz Transportes, Transevisa y Transprovincial de Carga, con un crecimiento anual superior al 64 por ciento. En este sentido, hay que destacar que los diez primeros operadores de la muestra analizada agrupan un volumen de negocio de 103 millones de euros, lo que supone el 35 por ciento de la facturación global, mientras que los 25 primeros consolidan el 61 por ciento de la facturación con un volumen agrupado de 180 millones de euros. Las estadísticas portuarias vienen a confirmar los datos del estudio realizado por este periódico y dan fe de la evolución del volumen de negocio del transporte por carretera en Valencia en 2006.

Los datos reflejan un aumento en la actividad del 5,4 por ciento con un movimiento total de 31 millones de toneladas, de los que 13,9 millones fueron de exportación y 17,1 millones de importación, según las cifras manejadas por Autoridad Portuaria de Valencia. Tras un quinquenio de números negros y de consolidación de compañías, el estudio destaca que los grandes actores han mantenido una notable progresión al albur del crecimiento de la actividad del puerto de Valencia. Durante el período analizado, el negocio se ha ido revistiendo de “una capa de rentabilidad al mejorar su política de precios y gracias a que la gran mayoría de operadores mantienen un nicho de actividad permanente al ser propiedad de consignatarias y transitarias o al tener contratos de transporte estables”, según señalan algunos de los principales empresarios del sector.

Peor lo pasaron algunos nuevos operadores que desembarcaron en el mercado, “como ciertas agencias con una estructura soportada únicamente por transportistas autónomos”. La gran mayoría de experimentos acabaron irremediablemente en suspensiones de pagos, caso de Twist- Locks o Meditransportes. En ese escenario de crecimiento, que dista mucho de la coyuntura actual, que registra una bajada del 5 por ciento en los volúmenes operados por las compañías, ELTC, principal asociación empresarial del sector, apunta como “asignatura pendiente” una mayor política de concentraciones entre empresas, ya que “en estos años ha habido más crecimiento orgánico de las empresas que han aumentado su dimensión de flota que a través de procesos de fusión”.

La patronal ELTC entiende que “la concentración es un proceso positivo, que debería concretarse y ser más intenso en el tiempo. Sin embargo, la realidad acaba imponiéndose y no se están dando esos procesos a la velocidad que nos gustaría”. El tamaño de las compañías que pertenecen a ELTC está en una media de 16 vehículos por empresa, un registro que coincide con los ratios obtenidos en el estudio realizado por este periódico, donde la dimensión se sitúa en 23 trabajadores y en 3,1 millones de euros de facturación. En los últimos cinco años, el tamaño medio ha crecido un 58 por ciento. Así, diversas fuentes coinciden en señalar que “el empresariado no está lo suficientemente maduro para abordar procesos de fusión de manera natural”, lo que supone “un lastre para la comercialización, ya que esa escasa fortaleza hace mucho más complicada la negociación con cargadores, transitarios y consignatarios”.

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