La entidad completa la prolongación del muelle AZ1, con una inversión de 27,4 millones de euros, que aportará una superficie de 50.000 metros cuadrados y una nueva línea de atraque de 251 metros.
La Autoridad Portuaria de Bilbao, que este año espera licitar la construcción de la segunda fase del Espigón central, sigue ganando terreno al mar, tres décadas después del pistoletazo de salida de las obras de ampliación de la dársena, en el año 1992.
El organismo portuario, que preside Ricardo Barkala, ha completado la prolongación del muelle AZ1, que pasará a denominarse oficialmente muelle AZ0, con la que incorpora cerca de 50.000 metros cuadrados y una nueva línea de atraque de 251 metros. Las obras, que arrancaron en septiembre de 2021, han requerido una inversión de 27,4 millones de euros.
La nueva infraestructura se destinará “prioritariamente” a tráficos comerciales, concretamente a graneles sólidos, lo que “permitirá descongestionar los muelles aledaños y reordenar de forma más eficiente los diferentes tipos de tráficos”, según señala la entidad a través de una nota, tras confirmar el interés de varias empresas para su desembarco en la nueva ampliación. En este sentido, la Autoridad Portuaria prevé licitar este mismo verano las obras de urbanización y pavimentación.
Como ya adelantó este periódico, para completar esta nueva superficie ha sido necesaria la construcción de cinco cajones de hormigón armado de 50 metros de largo, 17 metros de ancho y una altura de 24 metros (equivalente a un edificio de 7 plantas) en una estructura flotante específica para ello, denominada cajonero. Estos cajones disponen de una serie de huecos por dentro para poder flotar y permitir ser transportados mediante remolcadores a su emplazamiento definitivo y fondeados sobre una banqueta de escollera previamente preparada en el lecho marino. Los cajones se rellenaron provisionalmente con agua y más tarde con arena para dejarlos fondeados de manera definitiva. Se han utilizado 750.000 metros cúbicos de arena, extraídos del fondo del mar mediante una draga de succión en marcha, y la mota de cierre quedó protegida de la erosión del mar mediante una capa de escollera y un manto de bloques de hormigón.
La entidad portuaria destaca que para la ejecución de este proyecto se han utilizado 4.000 bloques de hormigón siderúrgico de alta densidad de 10 toneladas. Gracias a ello “se han valorizado y reutilizado como áridos gruesos del hormigón los residuos procedentes de acerías de horno eléctrico -conocidos como escorias negras-, evitando su eliminación en vertederos y la correspondiente extracción de canteras de la cantidad equivalente de material (unas 20.000 toneladas), favoreciendo de esta manera la economía circular en las obras realizadas”, añade la misma nota. Adicionalmente, la entidad hace hincapié en la reducción de las dimensiones de los bloques de protección de 15 toneladas previstas inicialmente a 10 toneladas debido al empleo de este hormigón siderúrgico de alta densidad, lo que “ha implicado la disminución del consumo de hormigón en unos 3.000 metros cúbicos, con el consiguiente ahorro en el consumo de recursos naturales y materias primas y una reducción de la Huella de Carbono aproximadamente un 17 por ciento menor que la inicialmente contemplada”, concluye el comunicado.