La renovación del convenio local de estiba continúa congelada por la escasa fortaleza empresarial y el inmovilismo sindical que demanda aumentar la plantilla de estibadores.
El puerto de Valencia apremia a sus agentes sociales para que se logre alcanzar un acuerdo de futuro que permita ajustar el coste de las operaciones de transbordo. La escasa fortaleza empresarial y el inmovilismo sindical que demanda aumentar la plantilla mantiene aún congelada la pendiente renovación del convenio local de estiba.
El puerto de Valencia está apremiando a empresas y trabajadores la formulación de un pacto de futuro que logre reajustar los costes de la estiba en la dársena y permita al enclave seguir manteniendo su liderato en el tráfico de contenedores en el sur de Europa. El presidente de la Autoridad Portuaria, Rafael Aznar, continúa trabajando, intensamente, en posicionar a empresarios y sindicatos un mensaje claro: es posible ajustar los costes sin la necesidad de reducir el salario de los estibadores y sin la necesidad de recortar la plantilla de la sociedad de estiba. El mensaje del puerto valenciano, similar al que otras dársenas españolas como Algeciras y Barcelona mantienen en el tiempo, va por la senda de reajustar la composición de los equipos de trabajo y flexibilizar las operaciones, un mensaje que, a juicio de operadores consultados, “está tardando mucho tiempo en ser aplicado desde el lado empresarial”. De hecho, desde posiciones neutras del colectivo empresarial valenciano se destaca el hecho de “existe muy escasa fortaleza empresarial y una falta de protagonismo por reivindicar un ajuste de costes en las operaciones portuarias. Nos jugamos no sólo el presente, sino el futuro. El lobo sigue ahí”. Por su parte, la renovación del convenio local de estiba está congelada, aparcada desde el año 1997, mientras que la demanda de los estibadores se centraba en enero en otra ampliación de plantilla, con 25 nuevos trabajadores, “una situación que choca con la recesión del tráfico, en un escenario volátil y con un transbordo bajo presión en el Mediterráneo, en alta competencia entre navieras y terminalistas, con unos fletes mediatizados por la incertidumbre económica y por la recesión en la que está la economía”, apuntan los medios consultados. Hay que resaltar que a partir de septiembre los tráficos entraron en una progresión “muy desaceleradora” en Valencia, un hecho que ha continuado, según los datos disponibles, durante el cierre del año, a falta de conocer la último cifra contable del pasado mes de diciembre. El puerto de Valencia tenía previsto, en su plan de empresa, cerrar el pasado ejercicio con 4,52 millones de TEUs. Con la buena marcha del primer semestre se llegó incluso a predecir un aumento ‘muy optimista’ de hasta 4,87 millones de TEUs, algo que la situación económica terminó por truncar, ya que hasta noviembre por las terminales sólo habían pasado 3,94 millones de TEUs. Todo indica que el puerto de Valencia habrá cerrado 2011 con 4,3 millones de TEUs, una cifra prácticamente similar a la obtenida en 2010 que fue de 4.206.937 TEUs.
La crisis financiera retrasa la llegada de inversores a la zona de actividades logísticas, el principal objetivo del puerto para 2012
No sólo el necesario ajuste de costes en la estiba amenaza con convertirse en un ‘serio problema’ para el puerto de Valencia en las próximas semanas, la crisis financiera está retrasando la llegada de inversores a la zona de actividades logísticas, junto a la ampliación sur de la dársena, un proyecto que ha sido el principal ‘quebradero de cabeza’ para la dirección de la Autoridad Portuaria en la última década. Fuentes del colectivo transitario, interesados en tomar posiciones en la zona logística del enclave valenciano, vienen a confirmar que la actual situación de incertidumbre así como el empeoramiento en la evolución de los tráficos importexport está retrasando las decisiones de inversión que iban a realizar determinadas compañías en el puerto de Valencia. Hoy el compromiso financiero continúa siendo un problema mayúsculo para determinadas transitarias que, aparte del escenario de fuerte competencia y de la presión de los cargadores por ajustar los costes logísticos y los fletes del transporte, están observando cómo se disparan los plazos de pago, lo que a su vez “supone un impacto en las cuentas de resultados de las empresas que debemos destinar recursos a la marcha actual del negocio, atenuando nuestros planes de inversión”. El puerto de Valencia está intensificando la comercialización de sus espacios logísticos en los últimos meses, ya que el principal objetivo de la Autoridad Portuaria y de su sociedad filial VPI Logística, encargada de la promoción de las zonas logísticas de Valencia y Sagunto, es poder culminar alguna de las operaciones que tiene en marcha a lo largo del primer semestre de 2012. La prioridad es ubicar a operadores que amplifiquen su tráfico marítimo en la dársena, para lo cual hay disponibles, por el momento, un total de diez hectáreas de suelo en Valencia, una oferta que se puede extender hasta 30 hectáreas si es necesario en próximos años.
Un éxito bloqueado que urge una mayor unidad empresarial
El puerto de Valencia lleva tres años largos enviando un mensaje contundente a sus agentes sociales, empresas y trabajadores. El ajuste de costes es necesario para mantener intacta la competitividad de la dársena y el futuro imaginado en su plan estratégico. La reticencia por dar pasos adelante en este sentido dentro del colectivo de trabajadores portuarios es evidente, pero ¿y las empresas?. ¿Hay unidad empresarial? ¿Quién respalda el claro mensaje del presidente del puerto de Valencia? El conglomerado de intereses y la fragmentación del colectivo es un hecho desde hace muchos años, pese a los intentos auspiciados por la propia Autoridad Portuaria o tímidamente desde asociaciones como la Naviera o últimamente por un grupo como Noatum. Hoy Valencia se juega su futuro y hay que tener claro, más que nunca, quiénes quieren jugar esta partida, porque aquí la única regla es el mercado. El escenario pide reflexión y acierto y no una ruta hacia el éxito bloqueada por la falta de madurez empresarial.