Los expositores alertan del riesgo de institucionalización del certamen ferial ante la alta participación de las empresas públicas y la escasez de compañías del sector.
El Salón Internacional de la Logística y de la Manutención (SIL) de Barcelona ha ganado la batalla. La organización del certamen, encabezada por Enrique Lacalle, ha logrado izar la bandera del SIL entre el fuego cruzado de la crisis. Salvando las muchas distancias, como la famosa fotografía de los soldados de Estados Unidos izando la bandera estadounidense en el monte Suribachi durante la batalla de Iwo Jima, donde se libró uno de los combates más cruentos de la Segunda Guerra Mundial. Y ya son dos años consecutivos del fuego cruzado de la crisis que está superando el certamen, celebrado entre los días 25 y 28 de mayo en el recinto ferial de la Gran Vía, que ha cumplido la duodécima edición. Eso sí, la presencia institucional, local y foránea, ha acaparado buena parte de los stands, como ya ocurrió en 2009.
La participación de empresas tecnológicas y de servicios al sector, numerosa. De operadores logísticos y de transporte, pocos, muy pocos. Y ello que la organización del salón ha puesto imaginación para atraerlos: la denominada hospitality área, un stand alquilado por unos determinados días, no todos los que dura la feria. Han vuelto a faltar a la cita clásicos como Spain Tir (Schenker) o Transportes Ochoa, pero otros que dejaron de venir han regresado con la fórmula del hospitality área. Es el caso de Kuehne+Nagel que estuvo un día en el salón.
“El coste de participar en un feria es elevado y hay recorte con la crisis, con lo hemos participado un solo día”, señala Petra Bragulla, de la transitaria. Una participación que ha incluido unas jornadas celebradas en un anexo al stand, “que han resultado positivas”. Incluso en época de vacas flacas, el SIL consigue atraer a nuevos expositores, como es el caso de la paquetera Tipsa. A juicio del director adjunto de Tipsa, Antonio Fueyo, que ha estado en otras ediciones del salón como visitante, el SIL “se debe reinventar”. El certamen “ha sido un punto de referencia nacional del transporte y la logística”.
Pero, “la crisis y la diversificación de ferias, del embalaje, apiladoras, le ha restado” parte de esta referencia. Y ello se debe a que la cita “va hacia una feria institucional. No me he encontrado con competidores”, añade el directivo. Como ya ocurrió en 2009, la preeminencia de la participación institucional es una de las críticas más escuchadas en el salón. “Hay demasiada institución.
La feria se mantiene por las subvenciones, la participación privada es poca”, señala Federico Delclos, director de Transfennica. Este operador tiene claro que “el año que viene volveremos si tenemos alguna novedad que presentar, sino no tendrá sentido”. Para la consultora inmobiliaria Prologis, “todavía hubo menos participación de operadores en 2009”, asegura Gustavo Cardozo, primer vicepresidente de la compañía. Abertis Logística coincide en que “hay más operadores este año”, señala Sylvia Rausch, directora de Negocio y Operaciones.
Aunque sean pocas, “tiene mérito participar porque en los tiempos que corren, lo más fácil es recortar los gastos de marketing”. Y en cuanto al exceso de instituciones, “también pasa en la feria francesa. La de Munich es otra liga y están todos”, añade la directiva de Abertis. “Aunque los operadores logísticos estamos poco representados, la presencia institucional no es negativa, pero pensaba que habría más competidores”, asegura David Pelé, de Geodis Logistics. “Nuestro objetivo al participar era darnos a conocer más en España y nos ha servido para ello.
Ya sabíamos que no íbamos a firmar ningún contrato”, añade el directivo de la compañía francesa, país invitado en la presente edición del salón. Para la también francesa Norbert Dentressangle Gerposa, “la crisis limita los gastos y éstos se deben de justificar muy bien”. “Qué operadores logísticos hay en esta edición”, se pregunta Alberto F. de la Pradilla, director comercial de Transporte y Distribución en la Península, que también alerta del riesgo de que se vuelva una feria institucional.
A su juicio, “la organización tiene que hacer una mayor apuesta por el sector privado y la alta participación institucional demuestra que las inversiones oficiales se mantienen, tienen que ir a los sitios, mientras que los privados debemos justificar más los gastos”, añadió el directivo de Norbert Dentressangle.