El salón de Barcelona, con un formato más humilde, no se deja amilanar por la crisis ni por el pesimismo patrio y corona otra edición con todas sus señas de identidad intactas.
Días antes de que comenzara la decimocuarta edición del Salón Internacional de la Logística y la Manuntención de Barcelona, el presidente del certamen, Enrique Lacalle, aseguraba que “hacer una gran feria del sector en un momento como el actual es de nota”. Lo cierto es que a Lacalle no le faltaba un ápice de razón en su argumentación. Cuando todos los indicadores económicos del país pintan en negativo, con las empresas recortando nuevamente presupuestos, la prima de riesgo desbocada, el bono por las nubes, con un rescate bancario que deja de ser una especulación para convertirse en una realidad incuestionable, con una Europa que no se pone de acuerdo a la hora de decidir qué quiere ser de mayor, por no hablar del pesimismo patrio…, con todo este negro corolario como telón de fondo hay que tener mucho valor para abrir un año más la persiana del SIL de Barcelona.
Y Lacalle, con el mismo arrojo que protagonizó hace ahora 14 años para embarcarse en la aventura de este salón, lo ha vuelto a hacer, además, con el mérito de tener otra vez todos los vientos en contra, pues surcamos el cuarto año de crisis, demostrando que el buen capitán también tiene que saber mantener la nave firme y el rumbo fijado en las aguas procelosas.
Más allá de las cifras bienintencionadas de la propia organización, porque si hay algo evidente es que ya nada florece como en ejercicios anteriores, la última edición del SIL, celebrada entre el 5 y 7 de junio, ha mantenido intactas su vocación internacional (este año ha organizado la Primera Cumbre Latinoamericana de Logística y Transporte) y su condición de ser, con visos de mantenerla durante mucho tiempo y pese a quien le pese, la primera feria sectorial de España y del Mediterráneo (en la inauguración contó con la presencia de los ministros del ramo de Egipto y Marruecos), y la segunda de Europa tras la SITL de París, que no es poco.
No es aventurado decir que el visitante de esta edición del SIL se ha encontrado, ni más ni menos, lo que esperaba encontrar, es decir, un fiel reflejo del momento por el que atraviesa el país y gran parte de Europa. El salón ha reducido su escala, con predominio de la presencia institucional frente a los stands de las empresas, aunque sigue atrayendo a un buen número de adeptos entre los proveedores de servicios al sector del transporte y la logística, y ha mantenido un amplio abanico de actos paralelos, destacando diferentes jornadas (sobre subcontratación en la cadena logística, el ferrocarril, el comercio electrónico, retailers en el sector textil, el automóvil, etc), en lo que viene siendo una apuesta clara por el conocimiento que distingue al certamen de Barcelona.
Sin embargo, que la presencia de las empresas medida en stands no haya sido muy espléndida no significa que algunos empresarios y los primeros ejecutivos de firmas significadas del sector no se dejaran ver por la alfombra roja del SIL, aprovechando el banderín de enganche que suponen las jornadas ya citadas o la celebración de algún cóctel, además del tirón conseguido en esta ocasión con la presencia de los presidentes de las comunidades autónomas de Cataluña, Valencia, Murcia y Baleares, que participaron en la sesión dedicada al impacto socio económico del futuro Corredor del Mediterráneo.
La salsa en esta edición del salón la puso la ministra de Fomento, Ana Pastor, en su discurso de inauguración. Como era de esperar, al margen de los ya históricos accesos terrestres al puerto de Barcelona, que “son prioritarios” para este Gobierno, la ministra se centró en el corredor ferroviario del Mediterráneo, asegurando que esta infraestructura no tenía partida en los Presupuestos del Estado de 2012 “porque no había proyecto constructivo”, a pesar de haber pasado el filtro de Bruselas el pasado año para entrar como proyecto prioritario de la red transeuropea de transporte, asunto que dejó ojiplático a buena parte del público. Días después, en la sesión de control al Gobierno en el Congreso, la ministra Pastor añadió que, cuando se hizo con la cartera, lo único que encontró relativo a este proyecto fue un ‘power point’.
Fieles participantes, con el cinturón apretado, que no se perdieron la cita
El salón logístico de Barcelona mantiene su utilidad como punto de encuentro y aparador del sector, a pesar del envite de la crisis
Hay menos expositores, los stands son más reducidos y han desaparecido las barras libres de merendolas, pero siguen los fieles a la cita logística. Ejemplo de esta perseverancia en la decimocuarta edición del Salón Internacional de la Logística y de la Manutención (SIL) de Barcelona, celebrada entre el 5 y el 7 de junio, es la oscense Transformadores Torres Martí (Grupo Tatoma), que se dedica a la construcción de contenedores y embalajes. Se trata de una de las compañías más veteranas del certamen.
“Participamos desde el principio. La feria está más floja y hay menos expositores, pero no vamos a dejar de venir cuando llevamos cuarenta años fabricando contenedores”, señala José Luis Martí, gerente de la compañía. Eso sí, “tenemos un stand la mitad de grande que antes”. En época de vacas flacas, el SIL “continúa teniendo utilidad para ser visibles y encontrarnos con nuestros clientes. Seguiremos participando, aunque sea de forma todavía más sobria”, añade el empresario Martí. Otro de los clásicos que no se pierden el salón es Tradisa.
“Hay menos participantes, pero sigue siendo un punto de encuentro”, señalan desde esta compañía. Eso sí, “nos iría mucho mejor que fuera bienal”. Es una petición de algunos expositores del SIL, una cita cada dos años, que el padre de la iniciativa, Enrique Lacalle, ha rechazado frontalmente, hasta la fecha. “A las empresas que nos piden un certamen bienal, les contestamos que lo hagan ellas, que participen cada dos años”, señaló recientemente Enrique Lacalle en una entrevista en TRANSPORTE XXI. La cita no es bienall, pero se ha reducido su duración, de cuatro a tres días, medida aplaudida por la unanimidad de los expositores encuestados por este periódico, como es el caso de Ewals Cargo Care, otro clásico del SIL. Tres días de feria “es un buen formato”, señala Jhonny Blamoutier, director comercial de esta compañía.
No ha faltado a la cita “por cuestión de imagen, pero no nos sale muy rentable desde 2007”. Aunque esta edición es la de más alta participación internacional (45 por ciento), “no la apreciamos desde el stand”. La feria “es más pequeña que en ediciones anteriores, pero hay más empresas de transporte”, añade el directivo. Y uno de los operadores que ha aterrizado por primera vez en el salón es el Grupo Sesé, que ha recibido el Premio SIL a la mejor empresa logística nacional.
El estreno “ha sido positivo por los contactos hechos, aunque tenemos que hacer un balance más pormenorizado para decidir si repetiremos”, señala Vicente Serrano Bermúdez. Por segunda vez ha participado este año PKW III. “Hemos hecho menos contactos que el año pasado, pero algunos han sido de gran calidad”, señala Alex Aguilar, del departamento de Desarrollo de Negocio. Y algunos de los potenciales clientes “han sido en frío, no habíamos quedado previamente con ellos”. De cara a la próxima edición, “repetiremos seguramente”, añade.
La empresa de software para el sector logístico Knapp es asidua del SIL desde hace años. “El balance es similar al de la anterior edición”, señala Carlos Martín, director general de Knapp Ibérica. El SIL ha perdido expositores y visitantes, pero “no es un fracaso porque seguimos reuniéndonos con nuestros clientes y con clientes potenciales”. El promotor inmobiliario ProLogis es otro de los habituales, que aprovecha el certamen para presentar sus novedades. “Seguiremos repitiendo porque no podemos dejar de participar en la feria logística más importante que se celebra en España”, señala Gustavo Cardozo, primer vicepresidente de ProLogis España.
Por su parte, la empresa de embalajes Embalex, que participa en la feria desde 2005, valora que “todos los visitantes son profesionales, y nos interesan, sobre todo, los nacionales porque en el exterior ya vendemos”, señala Alberto Díaz, director comercial. M. Soft dejó de participar en 2007 “por razones presupuestarias”. “Hemos vuelto en esta edición porque teníamos novedades que presentar y la feria es un buen escaparate”, señala Silver Chiquero, responsable de Marketing y Comunicación de la empresa. El balance de esta edición se salda con más de 50.000 visitantes profesionales y 500 empresas participantes, según la organización. Para la nueva cita, hay que marcar en la agenda junio de 2013.