Las cargas de mercancías de primera necesidad se disparan, mientras en el conjunto del sector se registra una caída del 30% por el cierre de buena parte de la economía.
El transporte de mercancías por carretera pone estos días en valor, más que nunca en nuestra historia reciente, su carácter estratégico.
El sector circula con salvoconducto por las carreteras españolas y europeas para garantizar la entrega de suministros vitales en plena pandemia provocada por el Covid-19.
Precisamente para no poner freno a la actividad del sector, el Gobierno español ha ido poniendo en marcha una serie de medidas desde que se decretara el estado de alarma el pasado 14 de marzo. El Ejecutivo ha flexibilizado la normativa de tiempos de conducción y descanso y se han eliminado restricciones al tráfico, se permite la circulación con permisos caducados ante la imposibilidad de renovación, se han dado instrucciones para que permanezcan abiertas las estaciones de servicio y áreas de descanso para los conductores, y se ha permitido que estos puedan alojarse en establecimientos hoteleros cerrados en estos días para el gran público.
Desde antes incluso de la declaración de estado de alarma, los tráficos de mercancías de primera necesidad, como alimentación y productos farmacéuticos y sanitarios se han disparado.
No ocurre lo mismo en el resto de sectores económicos para los que operan las empresas de transporte, con cierres generalizados en industrias como la de la automoción, textil, calzado, etc. La patronal Astic, de hecho, ya ha alertado que, si bien es cierto que el tráfico de bienes y servicios se incrementó un 80 por ciento al inicio de la crisis, la situación ha variado con el paso de los días y al cierre de esta edición se alcanzaba ya una significativa caída de entre el 25 y el 30 por ciento en el transporte de mercancías por carretera con respecto a la actividad habitual.
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