Las constructoras, que pretendían subir la carga impositiva a la carretera, retiran los puntos más incendiarios de sus propuestas.
El Consejo del Transporte suaviza el discurso de la patronal Seopan en el seno de CEOE, que defendía la Euroviñeta “sin más demora”. Las constructoras, que pretendían convertir al sector en la ‘gallina de los huevos de oro’ con la que reducir el déficit e impulsar las infraestructuras públicas, retiran los puntos más incendiarios de sus propuestas.
Las aguas bajan menos revueltas en el seno de la CEOE después de la tensión creada por las constructoras, que querían sacar adelante, unilateralmente, la aplicación de la Euroviñeta, convirtiendo al transporte por carretera en la ‘gallina de los huevos de oro’ con la que reducir el déficit y dinamizar así las inversiones en infraestructuras. El intenso trabajo de los transportistas, encaminado a eliminar de los documentos de CEOE cualquier elemento en el que pudiera existir contraposición de intereses entre los sectores implicados, ha empezado a dar sus frutos.
Tras parar hasta en dos ocasiones las embestidas de la Seopan de Taguas, que apostaba por aumentar la carga impositiva al sector de la carretera para defender sus intereses, el Consejo del Transporte y de la Logística, que preside Rafael Barbadillo, ha logrado suavizar el discurso de las constructoras. El nuevo documento, al que ha tenido acceso este periódico, mantiene la necesidad de abrir un debate sobre el pago por uso de infraestructuras, pero elimina los aspectos más incendiarios de la receta de Taguas, que iba a degüello y sin argumentos contra el transporte y la logística.
Así, la implantación de la Euroviñeta deja de ser una “realidad insoslayable que la sociedad española debe afrontar si quiere mantener un elevado nivel de prestaciones” y una “cuestión de justicia social”. También desaparece del texto el hecho de que “debe tomarse conciencia de la necesidad de pagar por el uso de los servicios públicos”. Incluso, en el apartado sobre el ferrocarril se mantiene la necesidad de “resolver el déficit histórico de este modo de transporte”, pero se quita la comparativa que hacía con a la carretera en la que destacaba como ventajas del tren su “mayor eficiencia energética, menor afectación medioambiental y un menor coste externo”.
El texto, además, subraya que hay que tener en cuenta “las especificidades necesarias que salvaguarden los intereses y la competitividad de los sectores de actividad económica que se pudiesen ver afectados”, caso de la carretera con la Euroviñeta.
El debate, por lo tanto, está servido. De hecho, Pere Padrosa, presidente de Astic, que forma parte del Consejo del Transporte, avanzó a este periódico que aún “queda un largo camino por recorrer antes de poder cerrar un documento definitivo consensuado” por transportistas y constructoras, aunque “se van acercando posiciones”, matizó Padrosa. El tira y afloja se lleva a cabo en varios frentes en el marco del grupo de trabajo creado en la CEOE en el que participan miembros del Consejo del Transporte y la Logística y de la Comisión de Infraestructuras.
Fuentes cercanas a ese equipo de trabajo adelantaron que las negociaciones se centran en determinar cómo debería ser la tasa por uso de infraestructuras en el supuesto de que se implante. En este sentido, los transportistas, que mantienen su rechazo a estos gravámenes, no verían con malos ojos que, en caso de que se aplicase, se pudiera repercutir directamente en factura, como el IVA.
De este modo, las constructoras lograrían sacar adelante esta tasa, que defienden bajo la coartada de impulsar los planes de infraestructuras públicas, y los transportistas, por su parte, mantendrían su neutralidad, como meros recaudadores del Estado, añadieron los mismos interlocutores. Con todo, las principales organizaciones sectoriales recuerdan que “la aplicación de cualquier tipo de tarificación por uso de infraestructura es voluntaria para los Estados miembros” y, se mostraron confiados en que “esos gravámenes no sean implantados” tras las recientes manifestaciones de la ministra de Fomento, Ana Pastor, en contra de la aplicación de la Euroviñeta, dada la delicada situación del sector.