La alta concentración de camiones, hasta 5.000 durante un fin de semana, y áreas de estacionamiento desprotegidas facilitan la impunidad para el pillaje en el paso fronterizo.
Organizaciones como la catalana Cetcat y la Federación Valenciana de Empresarios Transportistas reclaman aparcamientos vigilados en el paso fronterizo de La Jonquera, un tipo de instalación que no existe, donde se pueden llegar a concentrar unos 5.000 camiones. Hasta 20 denuncias se han llegado a presentar en un fin de semana
No parar ni para comprar una botella de agua. Esa es la consigna que tienen numerosos camioneros españoles que cruzan a diario el paso fronterizo de La Junquera (Gerona). Estacionar un momento puede salir muy caro. Da tiempo para que un ladrón fuerce la puerta de la cabina de un camión y arree con todo lo que pille de valor. El riesgo de sufrir un robo se multiplica cuando no queda más remedio que aparcar los fines de semana para esperar a que se levanten las restricciones al otro lado de la frontera o porque hay que cumplir los tiempos de conducción y descanso. Los fines de semana se pueden llegar a concentrar hasta 5.000 vehículos pesados en las zonas de estacionamiento que hay en las proximidades de las estaciones de servicio de La Junquera.
Las organizaciones del sector piden, sin éxito hasta la fecha, aparcamientos seguros y vigilados en la zona, un tipo de instalación que no existe, y los más próximos son dos privados situados a unos cuantos kilómetros de distancia. Sólo en un fin de semana se pueden llegar a presentar una veintena de denuncias, aseguran diversas fuentes. El pillaje más frecuente es “forzar el paño o romper el vidrio de la cabina del camión para sustraer tarjetas de combustible, bancarias, dinero en efectivo o aparatos electrónicos”, señala Ferran Gómez, inspector jefe de la comisaría de los Mossos d’Esquadra de Figueres.
Los cacos suelen ser otros camioneros extranjeros o ladrones más profesionales no comunitarios. Grupos más organizados se dedican a robar la carga, el segundo tipo de delito más común. Son los denominados teloneros, que rompen la lona o abren el contenedor para comprobar si la mercancía vale la pena. En menor medida, se da el robo de combustible directamente del depósito de un camión para repostar otro vehículo. “Esporádicamente se producen robos con violencia a los camioneros o del remolque completo”, añade el inspector Gómez.
“Las zonas de estacionamiento en La Junquera no están preparadas ni adaptadas para tantos vehículos. No hay iluminación suficiente, el servicio de vigilancia es precario y ello facilita la impunidad”, añade. No obstante, teniendo en cuenta la concentración de vehículos que hay los fines de semana, “el número de delitos no es alarmante”. “Se deberían hacer infraestructuras de calidad para que los camioneros tuvieran sensación de seguridad”, añade el inspector. Eso es precisamente lo que llevan tiempo reclamando organizaciones como la catalana Cetcat o la Federación Valenciana de Empresarios Transportistas.
Un empresario de esta comunidad autónoma, harto de que sus camioneros sufrieran percances, cortó de raíz el problema. Planifica las rutas para sortear las restricciones y “nuestros conductores tienen la orden expresa de no parar para nada en La Junquera”. “A uno tuvimos hasta que subirle ropa porque lo dejaron en calzoncillos”. Esta misma empresa tuvo que renunciar a un tráfico de importación de tabaco “por el estrés que generaba a los conductores encontrar sitios seguros donde aparcar”.
Para este empresario, las instalaciones de La Junquera “son tercermundistas. Nosotros hacemos Alemania y Suiza y no están así”. “Aparcan la parte trasera del camión junto con la parte trasera de otro vehículo si se conocen y cuando están durmiendo dentro, unen las dos manetas de las puertas interiores con una cincha y la tensan. Eso da idea de la inseguridad que tienen”, asegura Carlos Donat, de la Federación Valenciana.