Pere Padrosa, reelegido presidente de la Asociación del Transporte Internacional por Carretera, ha completado la renovación de su Comité Ejecutivo y ha dado entrada a una nueva generación empresarial más joven para afrontar con un mayor dinamismo los nuevos retos del sector. El cambio no ha sido una sorpresa. La decisión fue anunciada de forma sosegada y tranquila, como se deben encarar los relevos, en el transcurso de la Asamblea General de la patronal, celebrada en junio en Alicante.
Hace tiempo que ha entrado un soplo de aire fresco en el sector. Y es de agradecer. El mensaje de Padrosa, con un discurso valiente e innovador, pero sobre todo empresarial, está empezando a calar. Cataluña es un claro ejemplo. Todo el transporte ha hecho piña para defender, con una sola voz, sus intereses en el tema de las restricciones al tráfico de camiones en dicha comunidad. Algo de sentido común. Entonces, ¿por qué no se da esta unión en el ámbito nacional? Es hora de cambiar el actual modelo de diálogo con las administraciones. La representatividad no puede estar dispersa en un sinfín de organizaciones. Para muestra, un botón. El Comité Nacional, máximo órgano de asesoramiento del sector ante la Administración, se ha convertido en una especie de Torre de Babel que no conduce a ningún sitio.
Una división que sólo beneficia al Ejecutivo, que juega con esa ventaja. En Astic lo tienen claro y apuntan, desde hace tiempo, a la CEOE como interlocutor del sector ante la Administración para aunar la voz del transporte. Esto no quiere decir que las asociaciones tengan que desaparecer. Todo lo contrario. Tienen que sumar esfuerzos y dejar, eso sí, de actuar como competidoras. Al final, los que tienen que mandar en una patronal son los empresarios, que piden a sus órganos de representación unidad de acción. Y es que los intereses de las distintas organizaciones no pueden ser tan dispares, salvo que en algunas no manden los empresarios.