La mayoría de las empresas del sector están adoptando medidas y planificando protocolos de actuación frente al coronavirus con el fin de asegurar los flujos logísticos.
El coronavirus, que se extiende por todo el mundo a pasos agigantados, con Italia y España -que ha declarado el estado de alarma-, como principales focos en la zona euro, ocupa todos los espacios informativos. Cancelaciones de vuelos, suspensión de grandes ferias y congresos, competiciones deportivas aplazadas sine die…
“La situación es tan cambiante, día a día, que impide dibujar escenarios, incluso a corto plazo, lo que alimenta la incertidumbre”. Es la opinión generalizada de empresarios del sector consultados por TRANSPORTE XXI para pulsar el impacto en la industria del Covid-19, que ya es pandemia. Es más, ninguno de los interlocutores se aventuró a vaticinar las consecuencias económicas de esta crisis sanitaria, ni la duración de la misma.
La propagación global del brote de coronavirus como un tsunami desde China, más de 140.000 casos en 120 países, al cierre de esta edición, afecta de lleno a todos los sectores, entre ellos, el transporte, que “ha sabido estar a la altura de las circunstancias, lanzando un mensaje de tranquilidad ante la alarma social que se ha desatado”, subrayaron los mismos medios.
“Las empresas de transporte por carretera sí están tomando medidas y planificando protocolos de comunicación y de actuación que tiendan a asegurar los flujos logísticos comprometidos con sus principales clientes”, aseguraron desde la patronal Astic. La propia Aecoc, la asociación de empresas de gran consumo, destacó, a través de un comunicado, que “las empresas del sector están haciendo todos los esfuerzos y trabajando a pleno rendimiento para que no falte ningún producto en los puntos de venta”.
De hecho, a pesar de la difícil coyuntura actual, los transportistas no han cesado su actividad, atravesando países de riesgo, como Italia, para garantizar el abastecimiento de mercancías a la industria y a los comercios. Además, en algunos casos, han llegado a presentar distintas alternativas para evitar roturas de la cadena de suministro, dependientes de un sistema global, debido al descenso de envíos procedentes del gigante asiático, la fábrica del mundo.
A modo de ejemplo, el grupo transitario DSV Panalpina estableció a finales de febrero un puente aéreo y ferroviario con China para abastecer a las industrias europeas y españolas, tras recordar que “el mercado aéreo se ha reducido en 5.000 toneladas diarias en capacidad por las cancelaciones” desde que estalló la crisis.
“Los grandes sectores han aplicado ya planes de contingencia y han puesto en marcha nuevos fabricantes en otros países, además de activar el transporte aéreo”, destacó Francisco Aranda, presidente de la patronal UNO.
Es el caso, sobre todo, de las grandes multinacionales encuadradas en la industria del automóvil, con flujos de suministro muy tensos, que se han apoyado en el avión para mantener el ritmo productivo de sus plantas, como ya adelantó este medio en su edición digital, lo que ha disparado la demanda, con la consiguiente subida de precios.
“La reducción de vuelos a China por parte de las compañías aéreas está generando una situación negativa al comercio exterior español”, señaló Enric Ticó, presidente de Feteia. Además, añadió, “los escasos vuelos de carga tienen unas tarifas muy elevadas y los espacios se tienen que reservar con varios días de antelación”. Ticó tampoco pasó por alto el impacto del coronavirus en las empresas transitarias, “aumentando los tiempos de tránsito y provocando que los contenedores en el transporte marítimo se amontonen en los puertos chinos”.
Escasez de contenedores
Un problema que está empezando a pasar factura a la exportación. “El atasco de contenedores vacíos en China está provocando que haya pocas cajas disponibles para cargar en España”, apuntó el representante de una empresa estibadora. Una cuestión que se agrava en el caso de los reefer, donde “ya existía una carencia importante de equipos disponibles en el mercado”, advirtió el presidente de un grupo transitario. Desde este sector se apunta igualmente que las empresas exportadoras también se verán afectadas por la cancelación de escalas con China.
En tono positivo, el sector de la estiba puso el foco en el reciente arranque de la actividad de los puertos chinos, por lo que se espera que la situación se vaya normalizando a partir de abril con la recuperación de escalas y servicios. “Dentro de aproximadamente cuatro semanas, el tiempo de tránsito entre China y los principales puertos europeos, podría notarse un repunte de los tráficos”, señalaron fuentes portuarias. Eso sí, “las navieras han retomado las operaciones, pero no con la inercia suficiente para volver a la normalidad”, añadieron los mismos interlocutores, que pusieron el foco en la aplicación de fuertes recargos, en función de las líneas y la disponibilidad de espacio.
La mayor preocupación del sector, en este sentido, se ha trasladado ahora al riesgo de contagio entre los portuarios que deben trabajar físicamente en los muelles españoles, lo que afectaría al servicio. No hay que olvidar que el sistema portuario nacional canalizó el pasado año el 67,5 por ciento del comercio exterior español, con un movimiento de 298 millones de toneladas, según la estadística provisional facilitada por la Agencia Tributaria.
Pese a la reciente movilización de los puertos chinos, “lo peor podría estar por llegar”, según apuntaron los mismos protagonistas consultados por este medio. Hay que tener presente que, según datos de la consultora Alphaliner, solo hasta el pasado 19 de febrero, desde las vacaciones del Año Nuevo chino, se han perdido más de 1,67 millones de TEUs de capacidad de exportación del país asiático. “Todavía no hay problemas de desabastecimiento. La fecha crítica es la primera semana de abril”, destacó Francisco Aranda, presidente de UNO. En la misma línea se pronunció el representante de un importante grupo transitario. “Durante el mes de febrero apenas se ha cargado nada en China, lo que se traducirá en la falta de llegada de mercancías terminadas, semielaboradas y materias primas en el mes de marzo”, explicó. El transportista resumió la situación en una frase: “nos enfrentamos a un año de gasto y seis meses de ingreso”.
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