En un país donde más del 90 por ciento de las mercancías se mueven por carretera, cargadores, operadores y transportistas demandan un servicio lo más parecido al camión.
En junio está previsto que Tramesa y Transitalia estrenen la autopista ferroviaria entre el puerto de Valencia y Madrid. No será la única. Vendrán más. Adif tiene el reto de arrancar otros cuatro corredores en 2025 desde los puertos de Barcelona, Algeciras, Sevilla y Huelva, dentro de los 18 que tiene en estudio. Hay grandes esperanzas depositadas en esta modalidad para dar un empujón al tren de mercancías, con una raquítica cuota que apenas alcanza el 4 por ciento. Todo suma, aunque hará falta algo más para alcanzar el objetivo del 10 por ciento en 2030.
La mayor dificultad para su desarrollo está en la necesidad de hacer fuertes inversiones en las infraestructuras para admitir el paso de los vagones cargados con semirremolques. Solo la mencionada entre Valencia y Madrid no requiere adecuar los gálibos.
Con esta premisa, es evidente que la consolidación de las autopistas ferroviarias como una alternativa competitiva llevará su tiempo. Por ello, teniendo en cuenta que el transporte en contenedor tiene claras ventajas, tanto económicas como técnicas, la pregunta es obligada: ¿Por qué el Gobierno apuesta firmemente por las autopistas ferroviarias? La respuesta es sencilla: estrategia. En un país donde más del 90 por ciento de las mercancías se mueven por carretera, cargadores, operadores y transportistas demandan un servicio lo más parecido al camión. Los resultados no serán inmediatos, pero llegarán, sobre todo a medida que se vayan sumando salidas y nuevos corredores, porque lo que necesita el sector es fiabilidad, frecuencia y precio. Es la clave para que el camión se suba al tren. Y el momento es ahora que se han alineado los planetas. A la emergencia climática, se suma la falta de conductores. Además, las fuertes inversiones de empresas públicas y privadas en locomotoras y vagones augura un futuro prometedor al tren. Eso sí, el cambio no será de la noche a la mañana. Hoy en día, tomar la decisión de modificar una parte de la malla de distribución para subirse al tren requiere de inversiones en adecuación, cambios en aprovisionamiento y planificaciones e incluso negociación de plazos de entrega con clientes. Decisiones que requieren unas reglas de juego claras. El éxito del tren tardará en llegar, pero lo hará más pronto que tarde.