Ahora que ya todos nos lo creemos, comienza la fase de esprint para colocarse en buena posición
Hemos arrancado un año 2021 que promete ser el de la revolución en el transporte de la mano de la transformación digital del sector. Esta vez hay unanimidad de todos los actores, empresas, tecnólogos y administraciones.
Las causas y los detonantes que nos han llevado a esto son varios. Se está fraguando la tormenta perfecta. Un año 2020 de baja o bajísima actividad por la crisis de la COVID-19, los nubarrones que vienen del norte con el ‘Brexit’ y las restricciones en fronteras como las francesas o las alemanas, restricciones también al cabotaje en carretera en Francia, márgenes cada vez más ajustados, precios de referencia en el transporte marítimo disparados, escasez de contenedores, entre algunas más. En otro orden de cosas, las decisiones de la Europa Comunitaria de cambiar los modos en los que nos movemos las personas y las mercancías, descarbonizar y optimizar, castigando el uso de combustibles fósiles, en favor de la electricidad y el hidrógeno.
Añadamos a todo lo anterior un enorme flujo de fondos para invertir en el cambio, donde, además, sobresale el fuerte impulso a la transformación digital de los modelos productivos, y especialmente en la movilidad en mayúsculas, la del futuro.
Ahora que ya todos nos lo creemos, comienza la fase de esprint para colocarse en buena posición, y aquí aparecen asociaciones sectoriales, transversales, verticales, o de cualquier otro tipo.
Súmese a ello que las administraciones públicas están hiperactivas alrededor de los fondos de recuperación, promoviendo iniciativas, consultas públicas y modificaciones legislativas.
En lo que a lo nuestro se refiere, nos toca movernos también rápidamente, todos a una y no perder el tren de esta oportunidad.
España es uno de los países europeos con mayor flota de camiones, con más puertos, también con más tráfico de carga aérea. Salvo en ferrocarril, donde nuestras posiciones están a la cola, en los demás gozamos de una posición en los rankings más que decente.
Y en esto último, aprovechando al albur de esta ebullición, igual conseguimos ese salto cualitativo que aleje del farolillo rojo nuestro transporte de mercancías por ferrocarril.
Juanma Martínez
jmmartinez@eurogestion.eu