El calor del motor podría cargar una batería que alimentaría a un motor eléctrico para suministrar potencia adicional a la tracción.
Apenas un 42 por ciento del potencial energético del gasóleo es aprovechado para mover los camiones, perdiéndose el otro 58 por ciento por culpa de múltiples motivos. La recuperación de una parte de esa energía podría reducir de manera apreciable el consumo de combustible, uno de las principales costes de explotación
En la edición del pasado 1 de octubre, TRANSPORTE XXI incluía un artículo sobre el proyecto “Super- Truck” que un consorcio patrocinado por el Departamento de Energía de EEUU, formado por Daimler Trucks, Navistar, Cummins y Volvo, estaba llevando a cabo para aumentar la eficiencia energética de los camiones pesados. En el mismo, el periódico daba cumplida información de los resultados obtenidos trabajando sobre un conjunto articulado tirado por una tractora Peterbilt movida por un motor Cummins. Como se trata de un proyecto a largo plazo, se hacía entonces un balance tras los primeros cuatro años de trabajo y casi 29 millones gastados.
Pero el proyecto sigue en marcha y los ingenieros embarcados en él aspiran a que para 2016, el 42 por ciento de eficiencia que como mucho se logra ahora en los motores Diesel de los camiones pueda elevarse al menos al 50 por ciento. ¿Cómo se va a logar? Pues, como señala Patrick Davis, director de la Oficina de Tecnología de Vehículos del citado Departamento de Energía, aunque se siga trabajando en mejorar los frentes que hasta ahora se han venido perfeccionando, es posible que la gran novedad venga de la recuperación de la energía térmica (calor) que se genera en el motor y que hasta ahora se pierde al ser disipada por el sistema de refrigeración.
Una de las soluciones estudiadas, en este sentido, se basa en el ciclo Rankine, que podría aprovechar el calor del motor para cargar una batería que alimentaría a un motor eléctrico que aportaría potencial adicional para la tracción. Se estima que las primeras pruebas de esta solución podrían llevarse a cabo en el plazo de dos o tres años sobre camiones pesados, que son los que, al tener un coste de explotación más elevado, ofrecen más margen para reducir éste.