El ecobono italiano, un subsidio de aproximadamente 100 euros que recibe el transportista cada vez que decide subirse a un barco en lugar de realizar su trayecto por carretera, es un ejemplo de buenas prácticas que deberían adoptar el resto de los Estados miembros para fomentar las Autopistas del Mar. Así de claro lo ha dejado Luis Valente de Oliveira, el Coordinador de Autopistas de Mar, en un informe que acaba de elevar a la CE.
El gurú europeo manda un recado al Gobierno de Zapatero, asegurando que España se está aprovechando de la ayuda italiana porque este subsidio también está ayudando a descongestionar las carreteras de nuestro país. Y no le falta razón a De Oliveira. Sólo hay que ver cómo ha crecido el tráfico marítimo entre los puertos de Barcelona y Valencia con las principales dársenas italianas de la mano, principalmente, de Grimaldi y, en menor medida, de GNV o Trasmediterránea en los últimos años. El coordinador hace esta acertada aseveración después de pedir una mayor transparencia y un criterio unificado a la hora de otorgar las ayudas de Estado y las de los programas Marco Polo y TEN-T para las Autopistas del Mar.
El ecobono es un subsidio neutro, que no distorsiona la competencia porque va al bolsillo del transportista. Muchas voces sectoriales en España, incluidas Anave y la Oficina del Short Sea Shipping, vienen advirtiendo que las ayudas para los navieros distorsionan la competencia y que la transparencia en el mercado pasa por implantar el ecobono. Sin embargo, el Gobierno sigue haciendo oídos sordos y continúa, cual pillo, subido a la ola italiana. ¿A qué espera para implantar el ecobono?
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