Enero escuálido. Bajón de tráfico. Incertidumbre, el muelle está inquieto y casi desnudo. Denuncias, EREs, despidos y convenios. Problemas en la aplicación de la Ley de Puertos. Dilemas abiertos. Lejos de presuntos incumplimientos y del modelo Viudes es hora de que Coordinadora, sindicato mayoritario, ponga proa a una apuesta clara y transparente por un abaratamiento gradual en los costes de estiba.
El negocio portuario necesita más flexibilidad y mayor productividad. No se trata de tocar el salario del portuario, viejo mito, se trata del futuro de los puertos españoles. Con la que sigue cayendo no podemos seguir pagando salarios de seis horas por operativas de dos.
La bonanza acabó. Deben acabar las presiones, privilegios y chantajes y las navieras y estibadoras deben ser más transparentes. La vetusta cultura del muelle asusta. Hay que evolucionar. ¿Vamos a seguir viendo como se tarda media hora en hacer un relevo en una grúa? Hay que dar un paso adelante.
No un paso atrás. Antolín Goya se la juega. Si su colectivo quiere un futuro deberá actuar con mayor autocrítica. Nuevos tráficos pueden llegar, pero solo aquellos puertos más flexibles, los más listos de cada muelle, lograrán las cargas. En Valencia, MSC no obtuvo respuesta y en Algeciras sigue la preocupación por Maersk.
Es esta una guerra psicológica que dura más de treinta años. Un lector me recuerda que desde la vestusta época de la OTP ha habido presión por reducir los costes del transbordo. La mítica Sea Land llegó en Algeciras a mandar preparar los papeles de exportación de las grúas.
A esa niebla del Estrecho hay que unir el jaleo de las tasas. Laxe no entró en la polémica, aunque el diputado De la Encina confesó que en el affaire andaluz echó de menos la coordinación del gallego. Los puertos ya no pueden funcionar bajo un cártel.
Se necesita una autonomía real. Usando bien coeficientes y bonificaciones si un puerto no sabe gestionar sus tráficos y hay un enclave vecino que lo hace mejor, el tráfico se irá. Adiós a la cautividad. Los puertos pedirán más flexibilidad, más libertad tarifaria en unos años, hasta sin topes, ya lo verán.
El horizonte es la competencia, sin tutelas, ni loapas, puro mercado. A ver cómo casan este modelo con la política de mercado único que abandera Mariano Rajoy. Todo un reto.