Dice la ley de Murphy que “cualquier situación, por mala que sea, es susceptible de empeorar”. Un claro ejemplo es el II Acuerdo General para las empresas de transporte por carretera, en vía muerta desde finales del año 2000. Las negociaciones con UGT y Comisiones Obreras, que se lograron reactivar este año, no comenzaron con buen pie. CETM, Astic, Lógica y Aecaf, tras numerosos tiras y aflojas, lograron cerrar una plataforma conjunta ante los interlocutores sociales.
El acuerdo se salvó in extremis gracias, sobre todo, al trabajo realizado entre bambalinas por el presidente de Astic, que logró que CETM cediese parte de su protagonismo y reconociese finalmente a Lógica su identidad para regular los temas concretos y específicos de la logística. Ahora, la mesa negociadora, que avanza con más pena que gloria, tendrá que superar un nuevo escollo: la irrupción de Fenadismer, que ha entrado como un elefante en una cacharrería. La organización de los autónomos se autoproclama como gran patronal y amenaza con ir a los tribunales si el banco empresarial no permite su participación en la mesa.
Como prueba, presenta la composición del Comité Nacional, donde, de forma ‘sorprendente’, consolidó su posición como segunda organización más representativa. No estaría de más recordar las irregularidades detectadas en el proceso de renovación, impugnado por Astic y Lógica, entre otras patronales. Si cunde el ejemplo de Fenadismer, que ya tiene en Confedetrans un fiel seguidor, la mesa negociadora se convertirá en el camarote de los hermanos Marx. Todo un disparate. Está claro que tras la petición de Fenadismer se esconde el acceso a los fondos públicos de formación profesional para el empleo, una partida de cerca de 8 millones para el sector. Pero este no es el camino. Hay que buscar otras vías que no distorsionen la realidad del mercado. Una cosa no tiene que ver con la otra. No se pueden mezclar churras con merinas, ni autónomos con asalariados.
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