El debate sobre pesos y dimensiones, que continúa en impasse en Europa, ha dado un giro inesperado en España. Fomento ha presentado un ‘documento de reflexión’, calificado por el sector como “racional y lógico”, que aparca las 44 toneladas, pese a que la DGT había puesto encima de la mesa la posibilidad de implantar la utilización de dichos vehículos, lo que había encendido el ánimo de los transportistas.
Eso sí, el departamento que dirige Ana Pastor abre la puerta a los ‘megacamiones’ de 25,25 metros y 60 toneladas, aunque con carácter “restrictivo y limitado”. Es decir, una especie de ‘prueba piloto’, que no generará ninguna situación de conflicto. Las patronales, que estudian el borrador a través del Comité Nacional, han acogido con satisfacción la propuesta, que parte de la premisa de que “las modificaciones no pueden implicar inversiones nuevas a los operadores que están en el mercado”.
Es evidente que se trata de un asunto delicado, que tiene una incidencia directa en la oferta, ya que llevar 4 toneladas más de carga puede distorsionar el equilibrio que se está empezando a alcanzar con la demanda. Además, no es un tema para abordar por separado. Hay que hablar de eficiencia del transporte y de la mejora de la competitividad, sí, pero no se puede dejar de lado aspectos como los beneficios y los costes, entre otros.
El debate ya está abierto y, al parecer, de la mejor de las maneras. Sin estridencias y con la voluntad de escuchar a todo el mundo, porque los intereses de transportistas, cargadores y fabricantes son bien distintos, y las presiones de unos y otros, también.
Los transportistas aún se relamen de las heridas provocadas por la virulencia de una larga crisis, marcada por una fuerte contracción de la actividad y de las ventas, por lo que implantar ahora las 44 toneladas podría lapidar al sector. Ahora bien, lo contrario también podría hipotecar su futuro en el momento en el que la economía empiece a mostrar mejor cara.
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