La carta a los Reyes Magos remitida por el transporte por carretera no ha encontrado destinatario. Hay cosas que nunca cambian, ni por Navidad, y se han convertido ya en todo un clásico. El sector, lejos de convertirse en cisne, sigue siendo el ‘patito feo’, que sólo logra la atención del Gobierno de turno cuando paraliza la actividad de un país. Una vieja cantinela que el presidente del Comité Nacional, Ovidio de la Roza, recordó al director general de Transporte Terrestre, Joaquín del Moral, en la reunión celebrada con todo su equipo el 10 de enero para analizar las conclusiones de los grupos de trabajo del Comité, creados con carácter urgente por la ministra de Fomento, Ana Pastor, allá por el mes de septiembre.
Y es que, pese a que la carretera continúa desangrándose por la crisis, han tenido que pasar cuatro largos meses para que la titular de Fomento se comprometa a dar traslado de las propuestas del sector que no son de su competencia. En román paladino, desde octubre, fecha en la que el Comité presentó una batería de medidas para avanzar en la solución de los problemas que aquejan al sector, no ha hecho nada. Y el anuncio no sólo llega tarde, teniendo en cuenta que han salido adelante iniciativas de gran trascendencia para el sector, como la aprobación del proyecto de Ley para la modificación de la LOTT, haciendo oídos sordos al sector, sino que…
¿Y ahora qué? Por no haber, no hay ni un calendario de reuniones para trabajar en las medidas presentadas por los transportistas. Esta falta de sensibilidad, que pesos pesados del transporte han tildado de “tomadura de pelo”, demuestra, además, el profundo desconocimiento que Fomento tiene del sector y su peso en la economía. Pero no todo es culpa de la Administración. Las patronales, si de verdad quieren que el transporte por carretera sea un sector estratégico, deberían hacer autocrítica. No se puede hacer siempre lo mismo, si se quieren resultados distintos. Y esto va camino de un nuevo ‘Déjà vu’.