La ministra Pastor está ante una oportunidad única para legislar al transporte por carretera en la misma dirección que predica. Es decir, sentar las bases para ir a un modelo de empresas más grandes, con flota propia y conductores asalariados, similar al del resto de Europa, si de verdad quiere que España sea el nodo logístico de primer nivel que promueve. Ya es hora de dejar de amparar la diversidad de empresas que existen como consecuencia de las diferencias fiscales y laborales.
La ventaja competitiva de una empresa tiene que estar en la gestión y no en la ubicación, como consecuencia, por ejemplo, de un convenio provincial más favorable, de los 52 que existen, que es un auténtico disparate. De momento, sin embargo, o no sabe o no quiere escuchar al sector, que ha vuelto a ver como sus reivindicaciones caían en saco roto y barruntan que la reforma de la Ley de Ordenación de los Transportes Terrestres (LOTT), en trámite parlamentario, será un “fracaso”.
La acción directa planteada por el Gobierno, tachada de “descafeinada”, ha sido la gota que ha colmado el vaso. La crispación crece en el sector, que ha usado calificativos como “tomadura de pelo” y “chapuza” a la hora de valorar las enmiendas del PP, mientras continúan los avisos para navegantes. Uno de ellos con la firma del presidente de Conetrans, Ovidio de la Roza, y a la sazón del Comité, que ha escrito una carta abierta, que carga las tintas contra los operadores y cargadores.
“Toda acción genera una reacción… que, muy probablemente, nadie querrá ni nadie podrá controlar, porque además será justa”, advierte De la Roza. Los tambores de guerra suenan cada vez más fuerte. Aún hay tiempo para escuchar a un sector poco conocido y reconocido, pese a ser el motor de la exportación, generador de empleo y aportar a las cuentas del Estado vía impuestos más de 10.000 millones anuales. ¿Sabrá reaccionar a tiempo la ministra o empezará a conocer cómo se las gasta el sector?