La Unión Europea se ha empeñado en poner ‘puertas al campo’ y ha dicho no a la completa liberalización del cabotaje por carretera a partir del año 2014, cláusula sugerida por la Comisión de Transportes del Parlamento Europeo. La nueva normativa, que no será aplicable antes de marzo de 2010, cierra la puerta a la liberalización total, tras deshechar el carácter temporal de las restricciones, y recoge finalmente la idea de la CE, que limita a tres operaciones de transporte interior consecutivas a un viaje internacional, en el plazo de siete días.
La solución adoptada supone un paso atrás en el camino emprendido hace tiempo en Europa hacia la liberalización del transporte por carretera, lo más normal del mundo en un mercado libre y abierto. Como muy bien apunta el presidente de la patronal española de internacional Astic, Pere Padrosa, “en el marco de la armonización de la UE, la propia palabra debería desaparecer como concepto genérico y quedar circunscrito a aspectos muy puntuales”.
Es cierto que la nueva norma permitirá evitar el choque de reglamentos nacionales más o menos arbitarios, que podrían haber convertido la realización de un simple transporte internacional en una auténtica locura.
Pero no es menos cierto, que esta medida debería tener fecha de caducidad y mantenerse sólo hasta que se vayan armonizando las condiciones fiscales y laborales en el entorno de la Unión Europea. Al final, lo único que reconoce el mercado y las leyes de competencia es rivalizar en igualdad de condiciones, que es a lo que se debe intentar converger. ¿Acaso no era esta la idea original del mercado único?