Los tráficos energéticos y agroalimentarios de Tenerife contarán con alternativas de costes más económicas que por Santa Cruz.
El puerto de Granadilla, que está inmerso en el abrigo de su nueva dársena con 134 millones de euros de inversión, aborda la fabricación de los 48 cajones de hormigón que conformarán sus diques. Una vez terminada la dársena, los tráficos energéticos y agroalimentarios contarán con alternativas de costes más económicas que Santa Cruz.
La construcción del puerto de Granadilla avanza a buen ritmo tras que el pasado mes de noviembre arrancaran las obras del dique en talud y contradique, dentro de la fase de vertido de pedraplén y escollera que está permitiendo la generación de un cargadero para la construcción de los 48 cajones de hormigón que conformarán los diques de la futura dársena. Las obras de abrigo de Granadilla están siendo ejecutadas por la UTE formada por las constructoras FCC, Sato y Promotora Punta Larga, mientras que la obra del contradique la está llevando a cabo la UTE formada por Dragados, Traysesa y FPS. Ambas obras suponen una inversión de 134 millones de euros. Junto al dique de talud se está generando una explanada de nueve hectáreas destinada a favorecer los acopios de materiales necesarios para la obra y para la instalación de un cajonero desde donde se moverán con los ganguiles todo el material de banqueta necesario para el acomodo de los cajones de hormigón. Los primeros once cajones del dique serán construidos en el puerto de Santa Cruz, en el que cual está operando desde el pasado mes de septiembre el cajonero “Tarifa Primero”, con capacidad de 13.500 toneladas de desplazamiento.
Una vez ubicados estos cajones en Granadilla se trasladará al nuevo recinto para seguir con la fabricación del resto de cajones del dique de abrigo del recinto portuario, que tendrá una longitud de 1.977 metros. Desde Puertos de Tenerife se apunta que Granadilla contará con unan serie de tráficos a corto plazo, desde la puesta en marcha de sus futuras terminales, como serán la importación de clinker, combustible y gas natural licuado para la central térmica, como para el aeropuerto Reina Sofia con el que se generará un tráfico de repostaje de combustible para aeronaves, un tráfico de cabotaje de gas butano para las instalaciones de almacenamiento situadas en el polígono y el avituallamiento de buques que operen en el nuevo enclave del sur de Tenerife. La Autoridad Portuaria estima que la ubicación de la nueva dársena reduzca el transporte por carretera de productos energéticos y agroalimentarios por la isla, lo que se puede cifrar entre 700.000 y un millón de toneladas anuales.