En momentos como los que nos está tocando vivir, es muy recomendable llevar, aunque no sea escrito, un “diario del encierro”, para que en nuestra retina queden fijadas las imágenes de los comportamientos de los personajes que hoy nos lideran y de sus larguísimos discursos vacíos
Pero tan importante como eso, es que nuestra alma pueda ir escribiendo con letra indeleble “las lecciones aprendidas”. Los aplausos de las ocho, pero sobre todo el repentino reconocimiento a esas actividades silenciosas milenarias, me traslada a la música de Manolo García y “el último de la fila” y mas concretamente a su muy premiado y aplaudido “Insurrección”.
Eureka, de repente descubren que las cadenas de suministro son esenciales para la economía de un país y por lo tanto para el bienestar de sus ciudadanos. Y se caen del guindo al sufrir en sus rojas carnes, que el abastecimiento, no es sólo centralizar las compras, sino que entran en juego más cosas, como la gestión de los proveedores y sus vínculos con las reglas del comercio internacional, la organización de los diferentes modos de transporte, su documentación, aduanas, gestión en las terminales marítimas o aéreas, y sí, finalmente entrega en destino. Todo esto existe desde que el mundo es mundo y los pueblos comerciaban entre ellos y se llama “gestión de la cadena de suministro” y “logística”.
Cantaba “el último de la fila”: “¿Dónde estabas entonces, cuando tanto te necesité?”.
Los logísticos haciendo nuestro trabajo, los gobernantes lo llamaban Ministerio de Fomento y mas recientemente Transportes.
Ahora los héroes, ¿por un día? son los repartidores, que lo son, pero para que ese momento tan esperado y necesario suceda, la logística y la gestión de la cadena tienen que funcionar como un reloj suizo. Hoy más que nunca, como decía Manolo García, “nos sentimos como halcones heridos por las flechas de la incertidumbre”. Y continuaba, “nadie es mejor que nadie, pero tu creíste vencer. Si lloré ante tu puerta de nada sirvió”.
Lo que tantas veces hemos pedido ante las puertas de los gobernantes, parece, y esa es mi esperanza, lo va a conseguir el maldito Covid-19.
No hay mal que por bien no venga ni mal que cien años dure, por eso espero que ese reconocimiento al “ultimo de la fila” sirva para definitivamente aupar a la logística a la posición que se merece en el ranking de la cadena de valor.
Me siento hoy como un halcón llamado a las filas de la insurrección.