El multimillonario, uno de los principales accionistas del fabricante, reclama vía judicial documentos internos y rechaza el nombramiento de Campbell al frente de la compañía.
Carl Icahn, uno de los principales accionistas de Navistar, vuelve a exigir una fuerte presencia en la dirección del fabricante tras los últimos acontecimientos que han culminado en la susitución del presidente de la compañía, que también está siendo investigada por el organismo que regula el funcionamiento de la bolsa de Nueva York
Las cosas se han puesto calientes en Navistar tras las últimas medidas tomadas por el comité de dirección de esta compañía, entre las cuales figuran la invitación a Daniel Ustian a que se vaya de la misma y el reciente nombramiento de Lewis Campbell, antiguo presidente de Textron -fabricante, entre otras muchas cosas, de las avionetas Cessna y los helicópteros Bell y uno de los grandes en materia de alta tecnología para defensa- al frente del constructor de camiones y motores para éstos. El multimillonario estadounidense Carl Icahn, que con el 15 por ciento del capital de Navistar es uno de sus principales accionistas, ha presentado en un juzgado una denuncia para tener acceso a ciertos documentos internos de la compañía, que el comité de dirección de ésta se niega a facilitarle, y ha vuelto a reclamar varios puestos en el comité de dirección del fabricante para tratar de poner un poco de orden en una gestión que según el propio Icahn es un “paradigma de gestión desastrosa”.
Precisamente, la compañía acaba de anunciar que en el tercer trimestre de su presente ejercicio fiscal, que concluyó el 31 de julio último, sus ingresos netos se habían reducido a 84 millones de dólares (unos 67 millones de euros), muy lejos de los 1.400 millones con que había cerrado el mismo trimestre del ejercicio previo, y eso que la Navistar se ha beneficiado de una reducción de impuestos que, de no haber existido, le habría conducido a 100 millones de dólares de pérdidas, casi el doble de los 54 millones que perdió en el mismo trimestre del ejercicio anterior. Además, Icahn ha subrayado que desde 2010, en que Navistar controlaba un 25 por ciento del mercado, esa cuota ha descendido al 15 por ciento en el último trimestre fiscal y que mientras cada acción de la compañía cotizaba a 60 dólares en la bolsa de Nueva York a comienzos de 2011, lo hace ahora a sólo 25 dólares. El multimillonario se hace de cruces de que el comité de dirección de la compañía Navistar no tuviera establecido un plan B para el tema de los motores conformes a la norma EPA 2010 (nuestra Euro 6), cuyo frustrado desarrollo -no se han podido cumplir esas normas sólo con recirculación de los gases del escape- ha costado al fabricante la friolera de cerca de 700 millones de dólares.
“Sin embargo, el comité de dirección no tuvo inconveniente alguno en aumentar en un 46 por ciento la paga de Daniel Ustian -el hasta hace muy poco presidente de Navistar- aumentando su sueldo en 15 millones”, brama Icahn. Tampoco Lewis Campbell, recientemente nombrado sustituto de Daniel Ustian al frente de Navistar, ha escapado a las críticas de Icahn, quien ha resaltado la “nula experiencia” de Campbell en el campo de los camiones, calificando también de “cuestionables” sus 11 años de gestión al frente de Textron, “uno de cuyos logros fue que la cotización de las acciones de esta compañía bajasen de 37 a 20 dólares”. Para colmo de males, a finales del pasado mes de agosto se supo que Navistar había sido descartada para el suministro de vehículos tácticos ligeros para reemplazar a los célebres Humvee del ejército estadounidense en un contrato de entre 56 y 66 millones de dólares que se había llevado Oshkosh Trucks, la compañía que el multimillonario Carl Icahn quería unir a Navistar. Y por si aún fuera poco, el fabricante anunció en los primeros días del pasado mes de agosto que la Security and Exchange Commission (SEC), el organismo que regula el funcionamiento de la bolsa de Nueva York, estaba investigando sus cuentas y comunicados financieros.