El ‘Plan de Medidas para el Crecimiento, la Competitividad y la Eficiencia’ que está impulsando el Gobierno de Mariano Rajoy debe llevar al negocio empresarial de los puertos españoles a lograr su propio impulso para la consecución de una renovada cultura de gestión.
Hoy la explotación de las terminales no es discutible, pero si perfeccionable desde el ámbito de la competitividad. El negocio debe lograr su madurez y la unidad empresarial es clave a la hora de negociar condiciones competitivas con los sinidcatos.
Con el paso de los años, los puertos españoles se han convertido en caros para el tránsito, como ha venido explicando reiteradamente el presidente de Puertos del Estado, José Llorca, aunque hoy siguen siendo eficientes para el comercio exterior y son claves para el buen engranaje de la economía española. Por eso es vital cualquier esfuerzo que se haga en favor del tránsito. Será una ayuda directa para los tráficos de importación y exportación.
En este escenario debe resultar trascendente para el sector privado la prórroga de los periodos concesionales hasta la frontera de los 50 años, asimilando nuestra legislación a las normativas europeas. Necesitamos puertos eficientes. Sin terminalistas globales y rentables poco vamos a poder ofrecer a un mercado sobredimensionado y mediatizado por el poder de negociación de los navieros.
Su política de alianzas globales y el fenómeno emergente del gigantismo de los buques está revolucionando un negocio que debe alcanzar una mayor madurez en España y que necesita aclarar su marco laboral, pendiente de las decisiones de la Justicia de la Unión Europea.
La tarea es ingente en lo laboral, mientras en lo económico deben aclararse cuáles serán las medidas que tengan que tomar los concesionarios para lograr ampliar su presencia en los puertos. No queda otro camino que abaratar el coste del paso de la mercancía por los puertos logrando que la cadena de suministro sea cada día más eficiente.