Una vez más, la estrategia de planificación en materia de infraestructuras de transporte de mercancías en España ha vuelto a chocar con los intereses particulares de las distintas comunidades autónomas, lo que resulta especialmente grave si tenemos en cuenta la actual situación de crisis.
El nuevo Plan Estratégico de Impulso al Transporte Ferroviario de Mercancías que promueve el Ministerio de Fomento contempla como uno de sus pilares fundamentales la puesta en marcha de nada menos que 34 nodos logísticos repartidos por toda la geografía española.
Esta inflación de plataforma logísticas intermodales no hace sino retrotraernos a ese nada disimulado “café para todos” que ha supuesto la planificación de la red del tren de alta velocidad en nuestro país.
La proliferación de nodos logísticos con la que nos amenaza el nuevo plan rompe los esquemas de cualquier planificación lógica tan solo con recurrir a un simple ejercicio comparativo. Frente a los 34 nodos logísticos previstos a partir de ahora en España, dos gigantes europeos como Alemania y Francia, se quedan en las 11 y las 13 plataformas, respectivamente.
Es decir, volvemos al “ancha es Castilla” y presos de las aspiraciones de los distintos barones regionales y locales, nos aprestamos a multiplicar esfuerzos que, no lo olvidemos, terminaremos pagando todos, empezando por el mismo sector del transporte.
Por eso, no es extraño que se levanten voces críticas pidiendo mayor rigor en la planificación de infraestructuras de transporte en España. Un rigor que, si no somos capaces de generar desde dentro, quizá tengan que venir a imponernos desde Bruselas.