Si bien esta medida podría convertirse en un aliciente para las nuevas generaciones, su aplicación inmediata, en un escenario donde el 70% de los transportistas supera los 50 años, podría ahondar en la falta de conductores.
Los sindicatos UGT y CCOO han cumplido su amenaza. Las dos organizaciones han convocado siete jornadas de movilización, entre octubre y diciembre, antes de convertir la huelga en indefinida, a las puertas de la campaña de Navidad, para reclamar la jubilación anticipada de los conductores profesionales.
A los representantes de los trabajadores no les faltan razones. La única manera de no ver las duras condiciones de esta profesión es teniendo los ojos cerrados. No solo es justo, sino también necesario, que se reconozca la ardua labor que desempeñan y ver cómo poder adelantar la edad para su descanso.
Lo que no es de recibo es convocar una huelga contra la patronal, que también quiere mejorar las condiciones de los conductores. No hay que olvidar que hace unos años lograron sacar adelante la prohibición de la participación de los mismos en la carga y descarga. El problema es que no está en su mano aprobar una medida de este calado. Depende del Gobierno.
Es evidente que urge afrontar esta cuestión, pero de manera responsable, con un marco legal realista y, sobre todo, concretando quién pagará la fiesta, porque las empresas de transporte por carretera, acostumbradas a vivir al límite, y con márgenes muy estrechos, difícilmente podrán asumir un nuevo incremento de las cotizaciones sociales de sus conductores.
Y que nadie se lleve a engaño. Si bien la jubilación anticipada podría convertirse en un aliciente para las nuevas generaciones, su aplicación inmediata, en un escenario donde el 70 por ciento de los transportistas supera los 50 años, podría ahondar en la falta de conductores. De momento, hay 30.000 vacantes sin cubrir y las mujeres apenas representan el 2 por ciento de la cuota actual. Una carencia que también sufre el resto de Europa. Alemania, con 31.000 puestos sin cubrir, y Polonia, con 29.000, encabezan, junto a España, el ranking de los países con más demanda de transportistas del viejo continente.
En resumen, jubilación anticipada sí, pero mediante el consenso, sin prisas, ni ultimátums, resolviendo previamente la falta de conductores, y tratando de evitar que ocurra como con el salario mínimo, que impuso finalmente el Gobierno por ‘decretazo’. No vaya a ser peor el remedio que la enfermedad.