Es difícil imaginar que en una competición europea las reglas de juego cambien en función del país que acoja la prueba. Sería una cosa de locos. Pues bien, en el transporte por carretera tendría que ser igual.
Sin embargo, la tan ansiada armonización se encuentra cada vez más lejos y se ha convertido en el ‘Santo Grial’ de las empresas del sector, que quieren competir en igualdad de condiciones.
La modificación de la directiva de pesos y dimensiones, en pleno debate en Bruselas, ha puesto sobre la mesa la amalgama normativa sobre esta materia. Pero sólo es un ejemplo más de la falta de unión en el mercado europeo de transporte, formando una especie de torre de Babel.
Habría que sumar, además, las restricciones a la circulación, la diferente cuantía de las sanciones, la aplicación de la ‘euroviñeta’ o los tiempos de conducción y descanso, más flexibles en unos países que en otros, entre otras disparidades.
Una fragmentación que “distorsiona” el mercado. En España, en pleno debate sobre pesos y dimensiones, con posiciones encontradas entre transportistas, en contra de las 44 toneladas, y cargadores, partidarios de aumentar la capacidad, la situación no es muy diferente a la que se vive en Europa.
La falta de unidad de mercado también es un hecho. A todo lo anterior, restricciones a la circulación, peajes y pesos y dimensiones, en función de una comunidad autónoma u otra, hay que incluir en la ecuación las diferencias fiscales y laborales.
Y así es imposible competir en igualdad de condiciones. La armonización debería estar sí o sí en la agenda europea, y española, porque no es posible una industria, sin una política común.