La crisis económica y financiera continúa golpeando con fuerza a las empresas de transporte por carretera. Los datos avanzados por el empresario Pere Padrosa, vicepresidente de la patronal internacional IRU y presidente de la española Astic, son demoledores.
Para este año se prevé una disminución del 0,3 por ciento del PIB en el sector frente al crecimiento global del 1,5 por ciento en 2008. La actividad ha caído hasta el 50 por ciento, se ha multiplicado por dos el número de cierres de empresas y ha aumentado el paro: 140.000 profesionales en la UE. Además, las empresas deben hacer frente a un aumento de costes de entre un 3 y un 4 por ciento, debido sobre todo a las tasas de infraestructuras, a lo que hay que sumar la inseguridad por la inestabilidad del precio del crudo, ahora al alza.
La situación es crítica y urge un ‘plan de rescate’ para lograr un mejor posicionamiento del sector y capear esta crisis. Con un discurso empresarial, que está empezando a calar, Padrosa lo dejó claro en la Asamblea anual de la patronal. No se trata de pedir limosna, bastaría, con facilitar el transporte por carretera y no seguir penalizando esta actividad. En román paladino, reducir las tasas, no crear cánones que amenazan la competitividad, facilitar el acceso a las líneas de crédito en condiciones asumibles, legislación flexible…
Cuestiones, todas ellas, de sentido común. Los políticos de turno, sin embargo, ni han interiorizado aún la importancia del transporte para el desarrollo de la economía, ni consideran al mismo como un sector estratégico.
A lo mejor, el transporte tambien tiene parte de culpa al no lograr hacer llegar una única ‘voz’ a las administraciones, que deberían colocar al sector en un lugar central en el plan de recuperación global. Queda un largo camino por recorrer y mucha tarea pendiente, pero la puesta en marcha del Consejo de Transportes de CEOE, que ultima la ‘hoja de ruta’ del sector, es un buen primer paso. El tiempo lo dirá.
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