Después de innumerables loas al ferrocarril y las autopistas del mar, Bruselas ha hecho un alto en el camino para empezar a hablar con los transportistas. La Unión Internacional del Transporte por Carretera (IRU), ha mantenido la primera reunión oficial con el vicepresidente de la Comisión Europea y Comisario de Transportes, Jacques Barrot. Pere Padrosa, en lo que fue su estreno como nuevo presidente del Consejo de Mercancías de la patronal, insistió en la necesidad de utilizar los nuevos vehículos de 60 toneladas para reducir el colapso de las carreteras y paliar los efectos negativos que tiene la nueva normativa social en el sector.
Barrot recogió el guante y se comprometió a elaborar una propuesta encaminada a potenciar la utilización de estas unidades en determinadas rutas y para tráficos regulares, vinculados al desarrollo del transporte intermodal. Esta apuesta choca con la legislación comunitaria, pero ya es una realidad en nueve países europeos, ya que la normativa vigente permite la circulación de estos vehículos si así lo decide cada uno de los Estados miembros. En España, sin embargo, pintan bastos. La compañía Acotral, interesada en incorporar estos vehículos de forma experimental, sigue a la espera de que Fomento, sumido en un mar de dudas, encienda la ‘luz verde’. A veces no se sabe muy bien si el Gobierno de Zapatero navega a la deriva o nada a contracorriente.
Lo mismo da, que da lo mismo. Para implantar el tacógrafo digital, los primeros de la clase, aunque luego se vio que España no estaba preparada, sobre todo en lo relativo a la expedición de tarjetas. En la transposición de la Directiva de Tiempos de Trabajo, tras acumular varios años de retraso, fuimos más papistas que el Papa. Y esto no ocurre sólo en la carretera. En el ferrocarril, igual o peor, y en puertos, ni qué decir con la que hay montada. Sólo falta oír eso de ¡España va bien!, aunque las mercancías seguro que no opinarían igual. ¡Lástima que no voten!