El sector del transporte por carretera continúa su particular vía crucis. Pese a retomar en 2010, contra todo pronóstico, la senda del crecimiento, los transportistas siguen con la soga al cuello. Los últimos datos de Fomento confirman el cambio de tendencia iniciado a principios del pasado año, pero sin grandes alegrías, por lo que aún hay empresarios, los más pesimistas, que ven la botella medio vacía y otros, todo lo contrario. Es cierto que se ha logrado poner freno a la sangría de empresas obligadas a echar el cierre por la crisis, pero continúa el goteo incesante de crónicas de una muerte anunciada. El 1 de enero de 2012, operaban en el mercado un total de 104.872 empresas de transporte, sólo 458 menos que a principios de 2011, muy lejos de las 9.000 de diferencia registradas en 2010.
Los grandes damnificados por la difícil coyuntura son las pymes y los autónomos, el eslabón más débil. Las buenas noticias proceden del ligero incremento de la flota, aunque las cifras tampoco son para tirar cohetes. Las autorizaciones de pesados y ligeros crecieron un 2 por ciento, hasta situarse en 338.543, tras desplomarse un 12 por ciento en 2010, año de visado de tarjetas. La estadística, en este sentido, puede resultar engañosa, ya que para realizar dicho trámite es necesario cumplir una serie de requisitos, como estar al corriente de los pagos en la Seguridad Social, lo que desvirtúa la comparativa. De hecho, la opinión del sector es que muchas empresas tienen su flota parada, con lo que ese aumento de tarjetas podría ser un espejismo. Las previsiones, además, no ayudan a despejar dudas. Queda, por tanto, un largo camino aún para salir del túnel de la crisis.